viernes, 1 de mayo de 2015

¡Los jóvenes mexicanos están leyendo!


 
El día 23 de abril pasado, día del libro, apareció en la prensa mexicana que, en cuestión de lectura, nuestro país no ha mejorado mucho en los últimos tiempos: en 2006 se leían  2.6 libros al año por individuo y en 2012 fueron 2.94, datos arrojados por la última Encuesta Nacional de Lectura (ENL) de la Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura A. C.  De igual manera se enfatizó que de 108 naciones de la UNESCO, en índice de lectura, ocupamos el penúltimo lugar y leemos 2.8 libros al año, y que existen pocas bibliotecas y librerías en el territorio nacional.
Ciertamente son cifras importantes que no podemos ignorar; datos que nos deben mover a la reflexión pero que infortunadamente son enfatizados de manera alarmante o amarillista. El Senado de la República, conmovido por los resultados, el mismo 23 de abril, decidió crear La Comisión de Fomento a la Lectura con un senador por cada grupo parlamentario, una iniciativa que se sumará al  Programa Nacional de  Lectura (2001) (PNL) de la Secretaría de Educación Pública y al Programa Nacional de Salas de Lectura del CONACULTA (PNSL) que lleva veinte años funcionando.
Sin embargo, al revisar el “Primer Informe” de la Encuesta del 2012 vemos que en la “Metodología”  se indica que la “Población objetivo” son personas mayores de 12 años que saben leer y escribir, lo que deja fuera del estudio un grupo muy importante que es el correspondiente a la etapa de la infancia.

No se encuesta a los niños y niñas de México, pero a todos los entrevistados se les pregunta por los hábitos lectores de su niñez, por ejemplo, si de pequeños leían en solitario o con apoyo de los padres. Las gráficas resultantes muestran la importancia que estas dos actividades tienen en la formación lectora.
Otro dato que deseamos enfatizar es que las personas entre los 12 y 17 años leen más libros que todos los otros grupos de edad, lo que demuestra que entre los jóvenes la situación no es tan alarmante como dicen los medios: el 61.1% de los adolescentes acepta que está leyendo libros (Gráfica 4, ENL 2012); y en la sección de “Preferencias de lectura” el 36.8% elige la lectura de libros por encima de los periódicos o revistas (Gráfica 6).

Como notamos, no se incluye a los niños en la Encuesta y los medios informativos no aclaran que los jóvenes de México entre los 12 y 17 años sí están leyendo y que les gustan los libros. Las primeras planas de los periódicos enfatizan que hemos reprobado en el esfuerzo de difundir y promover la lectura, pero lo que la ENL nos enseña es que el gusto decae o se pierde con la edad. Quizá lo que ahora necesitamos es trabajar con la misma tenacidad y creatividad entre los adultos y adultos mayores, no abandonar a quienes cumplen dieciocho años. Sabemos que la vida es dura en este país y que muchas personas deben abandonar los estudios y con ellos su relación con los libros de texto, pero se abren otros caminos que debemos imaginar. Si hemos podido inculcar el hábito de la lectura en la infancia será difícil que se pierda, así que también nos invita a reforzar nuestra tarea, a mejorarla cada día. Quizá ahí está la respuesta a la pregunta que se hacen decenas de gestores, promotores, profesores y padres de familia preocupados porque aparentemente su tarea de inculcar la lectura infanto-juvenil parece no haber rendido frutos. No es cierto, sí hay cambios, sus esfuerzos sí son valiosos y han logrado avances importantes.
Este brevísimo análisis nos hace pensar que debemos ser cautos al hablar de los resultados de la Encuesta, hay que meditarlos, reflexionarlos y trabajar en las áreas débiles, pero sin menospreciar las buenas noticias.

Una de las derivaciones de nuestro estudio “Transformaciones lectoras” nos indica que uno de los cambios de 1992 a 2014 es que los jóvenes de secundaria  leen y conocen más libros y entre ellos sobresalen obras de literatura infantil y juvenil como Harry Potter o Juegos del Hambre.  Inclusive pudimos constatar que les encanta la lectura de obras de fantasía pues destacaron que la obra que más les gustó de las tres que leímos durante el Taller fue el primer tomo de Memorias de Idhún de Laura Gallego, a pesar de que la novela cuenta con más de 200 páginas. Nos dijeron que leerían más si tuvieran a la mano mejores libros y más divertidos, adecuados para su edad.
Los jóvenes también percibieron, mediante los Ríos de lectura, que leer es algo cotidiano, de todos los días, una acción que se ejecuta de manera inmediata, sin plena conciencia, lo que quizá les pueda llevar a pensar que no leen nada. Esta lectura cotidiana no aparece en las encuestas lectoras, aunque es muy importante.



 Otra observación que podemos hacer a la ENL es el menor valor que se le otorga a la lectura escolar, a los libros de texto, se ven con cierta suspicacia quizá porque son obligatorios, como si esto les restara valor o importancia. Entre los resultados de la ENL aparece un criterio que indica “Cuando usted era niño, ¿sus padres lo estimulaban a leer libros que no fueran textos escolares?” como “Influencia de la familia en el desarrollo del hábito lector” (Gráfica 2). Los textos escolares son lo que los chicos deben leer y también tendrían que ser evaluados y mejorados, para hacerlos mejores tanto en el contenido como en la escritura de tal manera que fueran buenos textos que incentivaran la lectura.
Reiteramos que es necesario revisar cuidadosamente los resultados que arrojan las encuestas, habría que dejar a un lado las declaraciones alarmistas con el fin de favorecer la reflexión y la evaluación de los programas realizados en México, sin desacreditarlos de manera contundente.

Fuentes:

http://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/periodo-ordinario/boletines/6644-crea-senado-comite-de-fomento-a-la-lectura.html




“De la penumbra a la oscuridad…” Encuesta Nacional de Lectura 2012. Primer Informe. Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura A.C. http://www.educacionyculturaaz.com/wp-content/uploads/2013/04/ENL_2012.pdf

 

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