El día 23 de abril
pasado, día del libro, apareció en la prensa mexicana que, en cuestión de lectura,
nuestro país no ha mejorado mucho en los últimos tiempos: en 2006 se leían 2.6 libros al año por individuo y en 2012 fueron
2.94, datos arrojados por la última Encuesta Nacional de Lectura (ENL) de la
Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura A. C. De igual manera se enfatizó que de 108
naciones de la UNESCO, en índice de lectura, ocupamos el penúltimo lugar y leemos
2.8 libros al año, y que existen pocas bibliotecas y librerías en el territorio
nacional.
Ciertamente son
cifras importantes que no podemos ignorar; datos que nos deben mover a la
reflexión pero que infortunadamente son enfatizados de manera alarmante o
amarillista. El Senado de la República, conmovido por los resultados, el mismo
23 de abril, decidió crear La Comisión de
Fomento a la Lectura con un senador por cada grupo parlamentario, una iniciativa
que se sumará al Programa Nacional de Lectura (2001) (PNL) de la Secretaría de
Educación Pública y al Programa Nacional de Salas de Lectura del CONACULTA
(PNSL) que lleva veinte años funcionando.
Sin embargo, al
revisar el “Primer Informe” de la Encuesta del 2012 vemos que en la
“Metodología” se indica que la
“Población objetivo” son personas mayores
de 12 años que saben leer y escribir, lo que deja fuera del estudio un
grupo muy importante que es el correspondiente a la etapa de la infancia.
No se encuesta a
los niños y niñas de México, pero a todos los entrevistados se les pregunta por
los hábitos lectores de su niñez, por ejemplo, si de pequeños leían en
solitario o con apoyo de los padres. Las gráficas resultantes muestran la
importancia que estas dos actividades tienen en la formación lectora.
Otro dato que
deseamos enfatizar es que las personas entre los 12 y 17 años leen más libros
que todos los otros grupos de edad, lo que demuestra que entre los jóvenes la
situación no es tan alarmante como dicen los medios: el 61.1% de los
adolescentes acepta que está leyendo libros (Gráfica 4, ENL 2012); y en la
sección de “Preferencias de lectura” el 36.8% elige la lectura de libros por
encima de los periódicos o revistas (Gráfica 6).
Como notamos, no
se incluye a los niños en la Encuesta y los medios informativos no aclaran que
los jóvenes de México entre los 12 y 17 años sí están leyendo y que les gustan
los libros. Las primeras planas de los periódicos enfatizan que hemos reprobado
en el esfuerzo de difundir y promover la lectura, pero lo que la ENL nos enseña
es que el gusto decae o se pierde con la edad. Quizá lo que ahora necesitamos
es trabajar con la misma tenacidad y creatividad entre los adultos y adultos
mayores, no abandonar a quienes cumplen dieciocho años. Sabemos que la vida es
dura en este país y que muchas personas deben abandonar los estudios y con
ellos su relación con los libros de texto, pero se abren otros caminos que
debemos imaginar. Si hemos podido inculcar el hábito de la lectura en la
infancia será difícil que se pierda, así que también nos invita a reforzar
nuestra tarea, a mejorarla cada día. Quizá ahí está la respuesta a la pregunta
que se hacen decenas de gestores, promotores, profesores y padres de familia
preocupados porque aparentemente su tarea de inculcar la lectura infanto-juvenil
parece no haber rendido frutos. No es cierto, sí hay cambios, sus esfuerzos sí
son valiosos y han logrado avances importantes.
Este brevísimo
análisis nos hace pensar que debemos ser cautos al hablar de los resultados de
la Encuesta, hay que meditarlos, reflexionarlos y trabajar en las áreas
débiles, pero sin menospreciar las buenas noticias.
Una de las
derivaciones de nuestro estudio “Transformaciones lectoras” nos indica que uno
de los cambios de 1992 a 2014 es que los jóvenes de secundaria leen y conocen más libros y entre ellos
sobresalen obras de literatura infantil y juvenil como Harry Potter o Juegos del
Hambre. Inclusive pudimos constatar
que les encanta la lectura de obras de fantasía pues destacaron que la obra que
más les gustó de las tres que leímos durante el Taller fue el primer tomo de Memorias de Idhún de Laura Gallego, a
pesar de que la novela cuenta con más de 200 páginas. Nos dijeron que leerían
más si tuvieran a la mano mejores libros y más divertidos, adecuados para su
edad.
Los jóvenes también
percibieron, mediante los Ríos de lectura,
que leer es algo cotidiano, de todos los días, una acción que se ejecuta de
manera inmediata, sin plena conciencia, lo que quizá les pueda llevar a pensar
que no leen nada. Esta lectura cotidiana no aparece en las encuestas lectoras, aunque
es muy importante.
Fuentes:
http://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/periodo-ordinario/boletines/6644-crea-senado-comite-de-fomento-a-la-lectura.html
“De la penumbra a
la oscuridad…” Encuesta Nacional de Lectura 2012. Primer Informe. Fundación
Mexicana para el Fomento de la Lectura A.C. http://www.educacionyculturaaz.com/wp-content/uploads/2013/04/ENL_2012.pdf
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