jueves, 26 de noviembre de 2015

Hacia una lectura hermenéutica


 
El texto, cualquiera que éste sea, se presenta ante nosotros como un enigma por descifrar. Como un proceso dinámico no acabado en el que la participación del descifrador resulta esencial. El texto se completa en el acto amoroso que se realiza entre él y su receptor, mas para que ello ocurra, este último tendrá que realizar un trabajo dirigido a su comprensión. (Prado 26)

A propósito de Memorias de Idhún, novela de Laura Gallego:

Investigadora: “CUANDO IBAS LEYENDO ¿DÓNDE SENTÍAS QUE ESTABAS?

Xóchitl (13 años): Con los personajes, sentía que era Victoria, algo así. Y luego, bueno, es que sí sentía que estaba dentro del cuento ¿no?, viendo todo lo que pasaba”

Cuando iniciamos nuestro trabajo de investigación nos preguntamos qué clase de lectura íbamos a promover en los talleres de las dos secundarias. Definitivamente la idea era detectar y estudiar los cambios en las prácticas y respuestas lectoras entre los jóvenes de México durante los últimos 25 años, pero también nos era evidente que no queríamos promover que los chicos-as memorizaran contenidos, tampoco queríamos repetir el canon o la enseñanza escolarizada que tiene un lugar propio y es obligatoria. Quisimos ofrecer un espacio de libertad, un sitio para la lectura gozosa, placentera, co-creadora y fomentar un grupo de comentaristas o comunidad de diálogo que en un clima de respeto e interés buscaran profundizar en los textos de manera crítica, lo que significaba leer más allá de lo explícito y compartir interpretaciones posibles que tuvieran sustento en el texto mismo. Una actividad que conlleva también la apropiación[i] a través de la resonancia de las lecturas en su mundo personal así como la vinculación de los hallazgos de la ficción en el mundo que los rodea. Por esto nos acercamos a la hermenéutica como arte de la interpretación y ejercicio del intérprete que se enriquece en el proceso.

Con el fin de favorecer el proceso de análisis, comprensión, interpretación, autorreflexión y vinculación del texto con el mundo (Prado 34), trabajamos con interrogantes que esperábamos movieran a nuestros jóvenes lectores, en el entendido de que “cada pregunta que realicemos con respecto al texto que vamos a interpretar es una pregunta sobre el significado de éste. El significado de un texto se derivará de una indagación acerca de la composición de éste, que es la forma, la historia, la experiencia de lectura y la auto-reflexión del intérprete.” (Valdés 64). Así, seleccionamos una serie de preguntas generadoras para orientar hacia una lectura y reflexión hermenéutica. Para el caso de la novela gráfica y el libro álbum seleccionado incluimos cuestiones que incluyeran la lectura pictográfica o iconotextual. Graduamos las diferentes preguntas para ir paso a paso.

Es importante recordar que todo comienza con la lectura gozosa, ese primer contacto con el texto que atrapa o enamora, experiencia llena de eventos sorpresivos y de afectividad, el texto cobra nueva vida en el ejercicio de la reconfiguración, como señala Ricoeur: “el texto es un conjunto de instrucciones que el lector individual o el público ejecutan de forma pasiva o creadora. El texto sólo se hace obra en la interacción del texto y el receptor.”(148). De esta manera es válido comenzar con la crítica llamada impresionista y preguntar por el gusto o el disgusto frente a una obra. Después ya podemos seguir al nivel del análisis, siguiendo la metodología propuesta por Gloria Prado, reconocida especialista mexicana en hermenéutica literaria. En este estadio son pertinentes las preguntas sobre la composición del libro, el qué se dice y el cómo se dice, binomio indisoluble que se distingue solo con el fin de profundizar en el tejido artístico. Vienen enseguida las preguntas sobre la comprensión e interpretación de lo leído, lo que subyace en lo explícito, a lo que se alude implícitamente, esos significados no evidentes. La obra literaria es polisémica y se abre a variadas y posibles aproximaciones, ninguna agota al texto, ninguna tiene la última palabra o la interpretación definitiva, en una comunidad de intérpretes se escucha y se comparte para enriquecerse mutuamente. A un nivel la aproximación implica entrar en el texto, como lo muestra el ejemplo de Xóchitl al comienzo de esta entrada, más adelante el distanciamiento permite una mirada más crítica. También surge la autocorrección: ¿lo hice bien o me equivoqué?; el anclaje en el texto: ¿en dónde dice el texto lo que yo interpreto? y la autocomprensión: ¿por qué interpreté de esa manera?; para derivar en el mundo que vivimos: ¿cómo vinculo esto con mi mundo? Éste último aspecto es muy importante porque permite llevar a la vida aquello que el arte nos ha mostrado en su juego metafórico.

Por supuesto que es difícil seguir todos los pasos en orden, diríamos que es casi imposible, porque los miembros de una comunidad de intérpretes tienen libertad para emitir sus ideas y las preguntas solo son un motor o un punto de partida, pero si tenemos en mente lo que buscamos, nuevos cuestionamientos nos llevarán hacia el camino de la comprensión y la profundización. Es un ejercicio que se renueva y se reinventa cada día.

Recordamos a nuestros lectores que después de la lectura de La niña de rojo de Aaron Frisch y Roberto Innocenti, les facilitamos una cámara para que cada quien imaginara la historia de la Niña de rojo o de Caperucita en su ciudad o en su colonia y mostrara a través de fotografías lo que ella iría viendo en el camino (ver entrada del blog del 12 de abril 2015).  

                      Pintura mural fotografiada por Yasmín para su fotohistoria

En este ejercicio que invita Yasmín, de trece años, nos muestra un recorrido por su pueblo y la manera en que vincula el texto y la imagen no sólo con su mundo sino con otros mundos posibles. Quizá lo más importante es que, a través de la lectura y la re-creación, de la vivencia vicaria, se encuentra con que puede participar de forma activa y positiva en su propia historia:

Pues mi cuento yo lo hice a mi manera, lo cambié, lo modifiqué en varias cuestiones, yo no hice una protagonista en sí, la protagonista soy yo y yo soy la narradora de la historia, la historia empieza pues igual como en el cuento, ella sale de su casa y pues normal ¿no?, va por las calles, después se encuentra una pintura [mural] que como que le llama mucho la atención, entonces ella como que se imagina mundos diferentes y se da cuenta que no tan sólo estar en su casa y con su mamá la hace sentir segura, empieza a descubrir la seguridad en sí misma. (Yasmín, 14 años)


Obras citadas:

PRADO, Gloria, Creación, recepción y efecto. Una aproximación hermenéutica a la Obra Literaria. México: Diana, 1992.

RICOEUR, Paul. Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico.México: S XXI, 1995.

Valdés, Mario J. La interpretación abierta: Introducción a la hermenéutica literaria contemporánea. Amsterdam: Rodopi, 1995.



[i] Valdés señala que este término: apropiación, fue empleado por primera vez por Ricoeur en 1972 y “significa hacer propio lo que era, en un principio, extraño y ajeno. […] es el proceso de actualización del significado en un texto que está dirigido a un lector.” (66)

sábado, 7 de noviembre de 2015

Respuestas lectoras de adolescentes canadienses en torno al espacio, la identidad y la lectura

 

 
 
La entrada invitada de Erin Spring surge de una investigación con jóvenes lectores en Canadá. La influencia del espacio y el lugar sobre la lectura se reconoce cada vez más ya que es un factor significativo en la manera en que los lectores responden al texto y también en la forma en que la lectura cabe dentro de su vida y sus experiencias. Nos parece que el trabajo de Erin será de interés para nuestros lectores porque tiene implicaciones para comprender la relación entre identidad y prácticas lectoras tanto de los niños y jóvenes que crecen y permanecen dentro de sus comunidades como de aquellos que se han desplazado dentro de su país o han migrado de un país a otro.

Erin Spring es Postdoctoral Fellow (Asociada Post-doctoral) en el Institute for Child and Youth Studies (Instituto de estudios sobre niños y jóvenes) en la Universidad de Lethbridge, Alberta (Canadá). Actualmente trabaja con lectores de los “Pueblos de las Primeras Naciones” que viven en una reserva al sur de Alberta. Esta entrada del blog toma de su trabajo doctoral, el cual se completó en la Facultad de Educación en la Universidad de Cambridge. Su artículo más reciente puede encontrarse en la revista Children's Geographies (ver referencias bibliográficas). 
(Agradecemos a Carolina González Alvarado y a Karla Fernández de Gamboa Vázquez la traducción al español de esta entrada).
 
Como estudiante de maestría en Literatura Infantil, se me solicitó que escribiera una autobiografía lectora crítica sobre las obras que formaron mi identidad durante mis primeros años como lectora. A través de este ejercicio, pude descubrir que, como una lectora joven, los libros que fueron más influyentes en mi formación fueron aquellos cuyas páginas pudieran ser significativas a nivel personal, normalmente a través de la manera en que el personaje se relacionaba con el espacio o bien, en mi percepción de los lugares narrados como sitios en los que yo había estado o como reflejo del entorno rural en el que había vivido.
Como investigadora interdisciplinaria interesada en la relación entre las geografías infantiles, la literatura infantil y la recepción lectora, me importaba entender el modo en que otros jóvenes lectores realizaban transiciones de un lugar a otro y, dentro de lo posible, entender cómo percibían  ̶ social y psicológicamente ̶  la función del espacio, o los espacios,  en sus vidas.
Para mi proyecto de investigación doctoral, decidí trabajar con lectores adolescentes, de entre dieciséis y diecisiete años, residentes en dos regiones geográficas muy distintas en Canadá: un pueblo rural (renombrado Lakeside) en el norte de Ontario y un barrio en Toronto (renombrado Kirkville). Trabajé con ambos grupos de manera independiente y, debido a la distancia geográfica que los separaba, estos no se conocieron entre sí. Antes de reunirnos como grupo, le otorgué a cada participante una de estas obras: Blink and Caution (2011) de Tim Wynne-Jones y Moon Over Manifest (2010) de Clare Vanderpool.
 
 
Elegí estos textos porque, en ambos, la narración está ubicada en un lugar concreto. Blink and Caution proporciona una descripción casi exacta del paisaje urbano de Toronto. Me preguntaba cuál sería la reacción de mis lectores urbanos, residentes en Toronto, al leer acerca de un lugar que formaba parte de su entorno cotidiano. Por otro lado, Moon Over Manifest se sitúa en un escenario rural en Kansas y es menos específico en términos de una descripción detallada del entorno, por lo que el espacio relatado bien podría leerse como una pequeña ciudad en Ontario.
Mientras los participantes leían sus respectivos libros de manera individual, en su tiempo libre, estaban involucrados en una discusión grupal entorno a los textos asignados. De manera simultánea, los lectores crearon un “diario del lugar” que contenía sus impresiones, escritas y visuales, respecto al libro y también sobre cómo consideraban que el espacio influía en sus propias vidas. Finalmente, los lectores participaron en una entrevista semiestructurada conmigo donde sus “diarios del lugar” dieron pie a una discusión sobre sus modos de conceptualizar y experimentar el espacio dentro y fuera del texto. Pero más importante aún, me interesaba comprender si el ejercicio de leer estos textos, geográficamente ubicados, incitaba a los participantes a reflexionar sobre el papel del espacio en su vida; y de ser así, de qué manera.
Mi primer hallazgo significativo fue que los participantes concebían el espacio de formas muy diferentes y que sus reflexiones estaban determinadas por sus previas experiencias personales. Liam, residente de Lakeside, fue mi único participante masculino. Cuando se le preguntó: “¿de dónde eres?”, él contestó con seriedad: “del útero de mi madre”. Más que centrarse en una determinada ubicación física, Liam continuamente apuntalaba al arraigo social que tenía con su madre. En este sentido, las personas eran más importantes que el espacio físico. Sophie, también de Lakeside, jamás en su vida había viajado y solo había visitado “la ciudad” una vez. Ella había construido su hogar como el preciso espacio geográfico de su comunidad: las calles, el muelle principal, la playa. Cuando conocí a Sophie, ella tenía 17 años y se preparaba para dejar su hogar e ir a la Universidad. Ella explicaba que dejar su casa le producía la sensación de “ser arrancada” de todo lo que conocía (Spring, 2015). Por otro lado, Liam no tenía deseos de arraigarse a ningún espacio geográfico siempre y cuando pudiera mantener la relación con su familia. 
En Kirkville, dos de mis participantes eran inmigrantes. Irina había emigrado de Rusia a Kirkville a los diez años y aún intentaba descubrir qué significaba ser “canadiense”. En nuestra conversación, Irina vinculaba a Rusia con su idílica infancia, donde jugaba y exploraba el bosque con su abuelo. Su diario incluía una reflexión a cerca de su vida en el bosque y un detallado mapa de su casa en Rusia. 
 
Chloe vivía en Toronto desde hacía tres años, habiendo vivido anteriormente en Seoul. Debido a estar distanciada de la comunidad coreana, incluida su madre, para Chloe Toronto llegó a representar la libertad de la adolescencia. Chloe se consideraba a sí misma como “canadiense” y revelaba, de manera muy interesante, cómo sería una foránea si regresara a Seoul, a pesar de haber pasado los primeros trece años de su vida allí. Aunque Irina y Chloe compartían la experiencia migratoria, el proceso de moverse de un lugar a otro era drásticamente distinto entre ellas. De diferente manera, el proceso de leer este texto motivó a Irina y a Chloe a reflexionar sobre su viaje de un sitio a otro. La conversación sobre su experiencia como migrantes fue facilitada por la lectura del libro.
Esta heterogénea construcción del espacio fuera de los textos indudablemente influyó a mis participantes en la lectura de las respectivas obras. Liam, por ejemplo, percibió que Caution (el protagonista de Wynne-Jones) “pertenecía a su madre” más que a un espacio geográfico. Él enfocaba su atención en la relación y el desarrollo de la amistad entre Blink y Caution, más que en el viaje físico que realizaron los personajes a través y entre distintos espacios. Irina, quien se resistía a ser autóctona de Canadá, se identificó con la llegada de Abilene a Manifest y su experiencia de ser “la chica nueva” en la escuela. Calla, de Kirkville, tenía una compresión muy superficial del paisaje urbano de la ciudad, como resultado de ser llevada de un lugar a otro (a la escuela, a las clases de ballet, etc.) en automóvil por sus padres. Su falta de independencia para moverse en la ciudad se hizo evidente frente a la libertad para moverse que tenían Blink y Caution. Para ella fue difícil seguir sus movimientos entre y dentro de los espacios pues ellos tenían “más información” que ella como lectora.
Mi investigación permitió exponer una multiplicidad de distinciones espaciales que no estaban enraizadas con estas geografías. En cada uno de los casos citados, los participantes asistían a la misma escuela y vivían en la misma comunidad pero concebían estos lugares de manera diversa. Sus conceptos dependían, por ejemplo, de los sitios donde habían vivido o viajado anteriormente, de dónde y con quién vivían y qué imaginaban que podrían dejar al moverse de lugar o bien, por qué permanecerían allí. Mis lectores adolescentes fueron capaces de desarrollar razonamientos sumamente sofisticados y complejos sobre sí mismos y sobre la experiencia del espacio de los protagonistas. Demostraron reconocer estas conexiones con sus propias vidas y estuvieron dispuestos e interesados en las experiencias de los demás.
Mi investigación contribuyó a ampliar nuestro conocimiento sobre los lectores adolescentes y su construcción del espacio y la identidad a través de y más allá del texto literario.  
 
Referencias bibliográficas
Mackey, M., Nahachewsky, J., & Banser, J. (2008). Home page: translating scholarly discourses for young people. In M. Reimer (Ed.), Home words: discourses on children’s literature in Canada (pp. 195-225). Waterloo, Ontario: Wilfrid Laurier University Press.
Spring, E. (2015). “Where are you from?: locating the young adult self within and beyond the text”. Journal of Children’s Geographies, 1-16.
Wynne-Jones, T. (2011). Blink and caution. Boston, Massachusetts: Candlewick Press.
Vanderpool, C. (2010). Moon over manifest. New York City, New York: Random House.