sábado, 7 de noviembre de 2015

Respuestas lectoras de adolescentes canadienses en torno al espacio, la identidad y la lectura

 

 
 
La entrada invitada de Erin Spring surge de una investigación con jóvenes lectores en Canadá. La influencia del espacio y el lugar sobre la lectura se reconoce cada vez más ya que es un factor significativo en la manera en que los lectores responden al texto y también en la forma en que la lectura cabe dentro de su vida y sus experiencias. Nos parece que el trabajo de Erin será de interés para nuestros lectores porque tiene implicaciones para comprender la relación entre identidad y prácticas lectoras tanto de los niños y jóvenes que crecen y permanecen dentro de sus comunidades como de aquellos que se han desplazado dentro de su país o han migrado de un país a otro.

Erin Spring es Postdoctoral Fellow (Asociada Post-doctoral) en el Institute for Child and Youth Studies (Instituto de estudios sobre niños y jóvenes) en la Universidad de Lethbridge, Alberta (Canadá). Actualmente trabaja con lectores de los “Pueblos de las Primeras Naciones” que viven en una reserva al sur de Alberta. Esta entrada del blog toma de su trabajo doctoral, el cual se completó en la Facultad de Educación en la Universidad de Cambridge. Su artículo más reciente puede encontrarse en la revista Children's Geographies (ver referencias bibliográficas). 
(Agradecemos a Carolina González Alvarado y a Karla Fernández de Gamboa Vázquez la traducción al español de esta entrada).
 
Como estudiante de maestría en Literatura Infantil, se me solicitó que escribiera una autobiografía lectora crítica sobre las obras que formaron mi identidad durante mis primeros años como lectora. A través de este ejercicio, pude descubrir que, como una lectora joven, los libros que fueron más influyentes en mi formación fueron aquellos cuyas páginas pudieran ser significativas a nivel personal, normalmente a través de la manera en que el personaje se relacionaba con el espacio o bien, en mi percepción de los lugares narrados como sitios en los que yo había estado o como reflejo del entorno rural en el que había vivido.
Como investigadora interdisciplinaria interesada en la relación entre las geografías infantiles, la literatura infantil y la recepción lectora, me importaba entender el modo en que otros jóvenes lectores realizaban transiciones de un lugar a otro y, dentro de lo posible, entender cómo percibían  ̶ social y psicológicamente ̶  la función del espacio, o los espacios,  en sus vidas.
Para mi proyecto de investigación doctoral, decidí trabajar con lectores adolescentes, de entre dieciséis y diecisiete años, residentes en dos regiones geográficas muy distintas en Canadá: un pueblo rural (renombrado Lakeside) en el norte de Ontario y un barrio en Toronto (renombrado Kirkville). Trabajé con ambos grupos de manera independiente y, debido a la distancia geográfica que los separaba, estos no se conocieron entre sí. Antes de reunirnos como grupo, le otorgué a cada participante una de estas obras: Blink and Caution (2011) de Tim Wynne-Jones y Moon Over Manifest (2010) de Clare Vanderpool.
 
 
Elegí estos textos porque, en ambos, la narración está ubicada en un lugar concreto. Blink and Caution proporciona una descripción casi exacta del paisaje urbano de Toronto. Me preguntaba cuál sería la reacción de mis lectores urbanos, residentes en Toronto, al leer acerca de un lugar que formaba parte de su entorno cotidiano. Por otro lado, Moon Over Manifest se sitúa en un escenario rural en Kansas y es menos específico en términos de una descripción detallada del entorno, por lo que el espacio relatado bien podría leerse como una pequeña ciudad en Ontario.
Mientras los participantes leían sus respectivos libros de manera individual, en su tiempo libre, estaban involucrados en una discusión grupal entorno a los textos asignados. De manera simultánea, los lectores crearon un “diario del lugar” que contenía sus impresiones, escritas y visuales, respecto al libro y también sobre cómo consideraban que el espacio influía en sus propias vidas. Finalmente, los lectores participaron en una entrevista semiestructurada conmigo donde sus “diarios del lugar” dieron pie a una discusión sobre sus modos de conceptualizar y experimentar el espacio dentro y fuera del texto. Pero más importante aún, me interesaba comprender si el ejercicio de leer estos textos, geográficamente ubicados, incitaba a los participantes a reflexionar sobre el papel del espacio en su vida; y de ser así, de qué manera.
Mi primer hallazgo significativo fue que los participantes concebían el espacio de formas muy diferentes y que sus reflexiones estaban determinadas por sus previas experiencias personales. Liam, residente de Lakeside, fue mi único participante masculino. Cuando se le preguntó: “¿de dónde eres?”, él contestó con seriedad: “del útero de mi madre”. Más que centrarse en una determinada ubicación física, Liam continuamente apuntalaba al arraigo social que tenía con su madre. En este sentido, las personas eran más importantes que el espacio físico. Sophie, también de Lakeside, jamás en su vida había viajado y solo había visitado “la ciudad” una vez. Ella había construido su hogar como el preciso espacio geográfico de su comunidad: las calles, el muelle principal, la playa. Cuando conocí a Sophie, ella tenía 17 años y se preparaba para dejar su hogar e ir a la Universidad. Ella explicaba que dejar su casa le producía la sensación de “ser arrancada” de todo lo que conocía (Spring, 2015). Por otro lado, Liam no tenía deseos de arraigarse a ningún espacio geográfico siempre y cuando pudiera mantener la relación con su familia. 
En Kirkville, dos de mis participantes eran inmigrantes. Irina había emigrado de Rusia a Kirkville a los diez años y aún intentaba descubrir qué significaba ser “canadiense”. En nuestra conversación, Irina vinculaba a Rusia con su idílica infancia, donde jugaba y exploraba el bosque con su abuelo. Su diario incluía una reflexión a cerca de su vida en el bosque y un detallado mapa de su casa en Rusia. 
 
Chloe vivía en Toronto desde hacía tres años, habiendo vivido anteriormente en Seoul. Debido a estar distanciada de la comunidad coreana, incluida su madre, para Chloe Toronto llegó a representar la libertad de la adolescencia. Chloe se consideraba a sí misma como “canadiense” y revelaba, de manera muy interesante, cómo sería una foránea si regresara a Seoul, a pesar de haber pasado los primeros trece años de su vida allí. Aunque Irina y Chloe compartían la experiencia migratoria, el proceso de moverse de un lugar a otro era drásticamente distinto entre ellas. De diferente manera, el proceso de leer este texto motivó a Irina y a Chloe a reflexionar sobre su viaje de un sitio a otro. La conversación sobre su experiencia como migrantes fue facilitada por la lectura del libro.
Esta heterogénea construcción del espacio fuera de los textos indudablemente influyó a mis participantes en la lectura de las respectivas obras. Liam, por ejemplo, percibió que Caution (el protagonista de Wynne-Jones) “pertenecía a su madre” más que a un espacio geográfico. Él enfocaba su atención en la relación y el desarrollo de la amistad entre Blink y Caution, más que en el viaje físico que realizaron los personajes a través y entre distintos espacios. Irina, quien se resistía a ser autóctona de Canadá, se identificó con la llegada de Abilene a Manifest y su experiencia de ser “la chica nueva” en la escuela. Calla, de Kirkville, tenía una compresión muy superficial del paisaje urbano de la ciudad, como resultado de ser llevada de un lugar a otro (a la escuela, a las clases de ballet, etc.) en automóvil por sus padres. Su falta de independencia para moverse en la ciudad se hizo evidente frente a la libertad para moverse que tenían Blink y Caution. Para ella fue difícil seguir sus movimientos entre y dentro de los espacios pues ellos tenían “más información” que ella como lectora.
Mi investigación permitió exponer una multiplicidad de distinciones espaciales que no estaban enraizadas con estas geografías. En cada uno de los casos citados, los participantes asistían a la misma escuela y vivían en la misma comunidad pero concebían estos lugares de manera diversa. Sus conceptos dependían, por ejemplo, de los sitios donde habían vivido o viajado anteriormente, de dónde y con quién vivían y qué imaginaban que podrían dejar al moverse de lugar o bien, por qué permanecerían allí. Mis lectores adolescentes fueron capaces de desarrollar razonamientos sumamente sofisticados y complejos sobre sí mismos y sobre la experiencia del espacio de los protagonistas. Demostraron reconocer estas conexiones con sus propias vidas y estuvieron dispuestos e interesados en las experiencias de los demás.
Mi investigación contribuyó a ampliar nuestro conocimiento sobre los lectores adolescentes y su construcción del espacio y la identidad a través de y más allá del texto literario.  
 
Referencias bibliográficas
Mackey, M., Nahachewsky, J., & Banser, J. (2008). Home page: translating scholarly discourses for young people. In M. Reimer (Ed.), Home words: discourses on children’s literature in Canada (pp. 195-225). Waterloo, Ontario: Wilfrid Laurier University Press.
Spring, E. (2015). “Where are you from?: locating the young adult self within and beyond the text”. Journal of Children’s Geographies, 1-16.
Wynne-Jones, T. (2011). Blink and caution. Boston, Massachusetts: Candlewick Press.
Vanderpool, C. (2010). Moon over manifest. New York City, New York: Random House.

 
 

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