martes, 10 de febrero de 2015

Idhún, un sueño compartido

Todos sabemos que la recepción lectora es un gran enigma, leer es una actividad  personal, una conexión tan íntima con el texto que quienes deseamos saber sobre ella, sobre sus efectos, sobre la huella que un mundo imaginario ha dejado en el lector tenemos que aproximamos a partir de ciertos indicios físicos y respuestas verbales que nos comparte en un acto de confianza o, dado el caso, en un examen escolar. En el proyecto “Transformaciones lectoras” nosotras no queríamos recurrir a ninguna prueba o examen, porque nuestro espacio se había creado a partir del interés y de la libertad de participar, no había calificación, no era un taller obligatorio, era un momento para estar con personas que habían leído un mismo libro y que querían hablar de él, incluso podíamos compartir las palomitas o los dulces en el caso de los chicos que ya habían terminado su horario escolar y se quedaban para pasar un rato con nosotras. Una de las cosas que más me impactó en las últimas  sesiones era ver cómo los chicos habían aprendido las pequeñas reglas internas de la convivencia y del diálogo, quienes trabajan con adolescentes saben lo importante que es lograr esto, implica que hemos ganado su respeto y que valoran estar ahí, en esa pequeña biblioteca, con muchísimo calor, con un ruido exterior que seduce y encamina hacia el ocio en el patio escolar, pese a todo, ellos estaban ahí, pasando la grabadora al hablante el turno, atendiendo las indicaciones de Evelyn, siguiendo el debate, ofreciendo respuestas, apropiándose del libro, haciéndolo suyo, parte de su experiencia vital.
Tuvimos el acierto de ofrecer como última lectura el primer volumen de las Memorias de Idhún. La Resistencia, de la escritora española Laura Gallego García, una joven narradora que ha causado sensación en su país y en América Latina, sobre todo por esta saga de fantasía en la que crea el mundo paralelo de Idhún con sus seres mágicos. Ella demuestra ser una buena demiurga porque como diría Tolkien logra hacer visible su cosmos, logra la voluntaria suspensión de la incredulidad al convencernos de la verdad de su arte en el que además de sus seres antropomorfos herederos de diferentes mitologías, incluyendo la mesoamericana, construye un mundo que “cuenta con mares, con el sol, la luna y el cielo; con la tierra y todo cuanto ella contiene: árboles y pájaros, agua y piedra, vino y pan, y nosotros mismos, los hombres mortales, cuando quedamos hechizados.” (Tolkien 19). No en vano confiesa la autora que desde los quince años ha estado pensando y soñando con ese lugar y con la larga historia que nos va a relatar y que comparte con nosotros, sus lectores, para que la podamos revivir, actualizar, traer a nuestra propia experiencia de vida a partir de su lectura.
Al principio con nuestro grupo de jóvenes hubo un poco de temor pues el libro tiene más de quinientas páginas, pero atraídos por el brillo de los puntos plateados de la portada y las imágenes de los seres fantásticos algunos se lo devoraron y querían hablar de él después de la primera semana. La culpa la tiene el ritmo dinámico de los sucesos y la seducción que ejerce la historia. Todo comienza con Jack un chico de trece años que va veloz en su bicicleta de regreso a casa pues tiene un mal presentimiento que fatalmente se cumple, en unos poco minutos se queda sin familia, sin hogar, y está a punto de morir, es rescatado por unos extraños que lo llevan a un lugar desconocido, una especie de refugio para los miembros de la Resistencia, un grupo que está en contra de los invasores del planeta Idhún y que trata de salvar a los exiliados que han llegado a la Tierra. Todas y todos los chicos se podían poner perfectamente en los zapatos de Jack, en sus propios contextos, sobre todo en los de la ciudad donde la inseguridad es evidente y el peligro los acecha así como a sus familias, por eso podían comprender la posibilidad de una violencia gratuita, sin razón, que los podía dejar desprotegidos y sin hogar. Con ese inicio, no había pierde, los chicos querían saber más.
Un elemento clave del género de Fantasía es su poder de evasión de la realidad dominante, un poder que algunas personas critican y señalan como peligroso, pero que muchas veces es necesario, nos hace falta y nos permite ver en ese texto imaginario la representación simbólica de nuestras problemáticas sociales y angustias humanas, así como nuestros anhelos y sueños. Ofrece, como decía Tolkien, consuelo. Así, hubo lectores que mencionaron que este libro los había llevado a olvidar sus problemas, a sumergirse en las aventuras de los personajes que los habían hecho sufrir y reír. Una joven en especial, que manejaba una postura defensiva todo el tiempo,  no quería admitir que había leído la novela, pero cuando hablamos de esta evasión se dejó transportar, habló de sus propias reacciones y cuando se dio cuenta de que todos la escuchábamos atentos e interesados, volvió a su antigua postura con cierta agresividad, pero ya nos había revelado algo importante de su proceso, los personajes: Victoria, Jack y Kirtash le importaban, su triángulo amoroso, sus dudas, sus temores eran suyos también y por unas horas había dejado atrás aquello de su vida que tanto le molestaba como la poca estabilidad familiar, la soledad y el ambiente agresivo de su entorno.
En la secundaria rural fue un verdadero deleite hablar del libro, quienes lo habían terminado se reunieron en un grupo aparte para no revelar el final a los otros. Me volví una más de las apasionadas lectoras, hablamos de las debilidades de carácter de Victoria, de la fortaleza de Jack, de la humanidad oculta de Kirtash; los chicos recordaron escenas importantes, revivieron las sensaciones de miedo y de coraje que les había provocado la interacción de los protagonistas, así como las pruebas que iban pasando a lo largo de la trama. Recordaban diálogos, momentos de crisis, se inclinaban hacia el centro del círculo para enfatizar sus palabras, para no hablar fuerte y perturbar a los demás, sus ojos brillantes, las sonrisas, su anhelo por el siguiente volumen, por saber lo que pasará, lo que sigue. Así, la autora concreta su más profundo anhelo, compartir un sueño, llevar a Idhún a nuevos lectores ávidos de conocer a sus personajes, su geografía, su lenguaje original y su historia gracias a la verdad del arte y a la capacidad creativa de la artista.
Laura Guerrero

Bibliografía:
Tolkien, J.R.R.”Sobre los cuentos de hadas”.  Árbol y hoja, y el poema Mitopoeia. Intr. Christopher Tolkien. Barcelona: Minotauro, 1994. Pp 11-100.

Gallego García, Laura. Memorias de Idhún. La resistencia. Madrid: SM, 2005.