La lectura “es
muy importantísima”
Esta opinión sobre la lectura fue escrita por una
joven de 14 años que participó en nuestra encuesta sobre la lectura. En el
cuestionario, se les pidió que escribieran su opinión sobre la lectura. La idea
de que la lectura es “importante” se refleja en la mayoría de las opiniones
proporcionadas por los 250 encuestados, alumnos de 2º y 3º de secundaria en dos
escuelas de gobierno. Entonces, según ellos, ¿para qué es “muy importantísima”
la lectura? Todavía no tenemos las estadísticas exactas, pero resulta obvio que
para la mayoría, la lectura es importante como herramienta para “leer mejor”,
“aprender”, “obtener conocimientos/información”, “desarrollar la comprensión”,
“escribir correctamente”, “ayudar en la
ortografía” o “con beneficios cultos”. Fueron muy pocos los que mencionaron que es
“divertida” o cuyas respuestas reflejaran gusto o placer. Otras respuestas
simplemente indicaron que es “aburrida”, “no es para mí” y/o que no tienen
tiempo para dedicarle a los libros.
Las opiniones sobre la lectura son casi idénticas a
las que expresaron los 90 jóvenes que participaron en el estudio original y
respondieron a la misma indicación cuando se aplicó el cuestionario en 1992.
Esto fue lo que yo escribí en el análisis de estas opiniones en mi tesis:
A pesar de que estas opiniones son breves, las
contradicciones y la repetición de ciertas palabras e ideas son significativas,
tales como las palabras “útil” y “conocimiento”. Los adjetivos utilizados más
frecuentemente fueron “aburrido”, “interesante” y “bonito”; los verbos fueron
“sirve”, “enseña” y “aprende” y el
objetivo de estas acciones era obtener “cultura”, “conocimientos”,
“vocabulario” y “ortografía”. Las
opiniones parecen reflejar la idea que la lectura es un medio para lograr un
objetivo y no como un fin en sí misma, en términos de Rosenblatt,* se refieren
a una lectura “eferente”. Estos comentarios mostraron que los adolescentes
reconocieron la “utilidad” de la lectura y los libros eran relacionados con actividades
escolares y el aburrimiento. Parece haber una identificación casi total de la
lectura como una actividad curricular, una obligación, pero no como una
actividad que puede ser divertida y entretenida.
Casi 25 años más tarde, se repite este escenario aunque
parece que la cuestión de “tener tiempo” para la lectura se ha vuelto más
problemática: en ese entonces la lectura competía sobre todo con la televisión;
ahora compite también con la computadora, las redes sociales digitales, el
teléfono celular, las películas y/o videos, el i-pod y los videojuegos, entre
otros. En lo que parece una actitud contradictoria, muchos jóvenes apuntaron
que recurren a la lectura cuando están “aburridos” y no hay nada más que hacer.
Estos no son resultados sorprendentes, lo que sorprende
es que existen algunos lectores jóvenes que se toman el tiempo para leer un
libro y tienen una opinión favorable de esta actividad, no por su “utilidad”,
sino por el placer que les proporciona. El placer se manifiesta sobre todo en
la palabra “divertido” y en la idea de que estimula la imaginación. En la reciente
encuesta, las respuestas que nos ayudan a entender lo que quieren decir con
esto son las que describen por qué les gustó un libro en particular, es decir,
las respuestas que no se refieren a la “importancia” de la lectura sino a la
lectura “significativa”. Las respuestas más elaboradas tienen que ver con
libros particulares que adquirieron un significado personal, ya sea sobre sus
relaciones con otros, la búsqueda de su identidad, sus cuestionamientos acerca
de la vida (o la muerte), entre otras cosas que preocupan a un adolescente del
siglo 21, pero que también preocuparon a los jóvenes hace casi un cuarto de siglo. La lectura significativa les
provocó curiosidad, los “llevó al mundo
de la fantasía”, involucró sus sentimientos y las emociones, tuvo que ver con la
“identificación” con los personajes o con la distracción de sus propios problemas.
De nuevo, las respuestas son casi idénticas a las mencionadas en la encuesta
original.
En el estudio original se
trabajó con jóvenes que se describieron como “poco lectores”. Leímos y discutimos tres libros juveniles,
seleccionados con la idea de que trataban de temas que les podían interesar,
con personajes jóvenes y con lenguaje accesible: El mundo de Ben Lighthart
de Jaap ter Haar (1983, Ediciones SM); No pidas sardinas fuera de temporada
de Andreu Martin y Jaume Ribera (1988, Alfaguara) y El ladrón de Jan
Needle (1993, Fondo de Cultura Económica). Casi todos los participantes
expresaron su gusto por estas lecturas ya que se habían entretenido y
divertido, sobre todo porque pudieron relacionarse o involucrarse de alguna
manera con los personajes. En la conclusión a la tesis, esto fue lo que
escribí:
El resultado más satisfactorio
de la investigación fue que algunos alumnos manifestaron un placer en haber
terminado y disfrutado un libro y el deseo de continuar leyendo.
En los siguientes blogs hablaremos no sólo sobre los
resultados más específicos de la encuesta, sino también sobre los tres libros
que escogimos para la investigación actual. A diferencia del primero estudio,
sólo uno de los tres es una novela, los otros dos son textos con imágenes: una
novel gráfica y un libro álbum. Por lo pronto, parece que la novela gráfica ha
sido un éxito, varios de los lectores lo han calificado como “chido”. Como dijo
Juan Domingo Argüelles, editor y autor de varios ensayos sobre la lectura, en
una de las mesas magistrales durante el Congreso de IBBY en México, “si un
chico dice que un libro es ‘chido’, ya la hiciste.”
La pregunta es, entonces, ¿puede un libro ser “muy
importantísimo” y “chido” a la vez?
*Rosenblatt, L.M. (1978). The Reader, the
Text and the Poem: The Transactional Theory of the Literary Work,
Carbondale, Ill.: Southern Illinois University Press.
ENGLISH TRANSLATION
Reading is “very much important”
This opinion
about reading was written by a young girl of 14 who participated in our reading
survey. In the questionnaire, we asked them to write their opinion about
reading. The idea that reading is “important” is reflected in the majority of
the opinions given by the 250 respondents, students in second and third year
from two government secondary schools.
So, according to
them, why is reading “very much” important? We still do not have the exact
statistics, but it is obvious that for the majority, reading is important
mainly as a tool to “read better”, “learn”, “obtain knowledge/information”,
“develop comprehension”, “write correctly”, “help with spelling” or “with
cultural benefits”. There were only a few mentioned that it was “fun” or whose
answers reflected a sense of enjoyment or pleasure. Other replies simply
indicated that it was “boring”, “not for me” and/or that they did not “have
time” to spend with books.
These opinions
about reading are almost identical to those expressed by the 90 young people
who participated in the original study and replied to the same request when the
questionnaire was applied in 1992. This is what I wrote in the thesis when I
analysed these opinions:
Although these opinions are brief, the contradictions and the repetition
of certain words and ideas are significant, like the words "useful"
and "knowledge". The adjectives used most frequently were "boring",
"interesting" and "nice"; the verbs were "serve",
"teach" and "learn" and the object of these actions were
"culture", "knowledge", "vocabulary" and
"spelling". These opinions seem to reflect the idea that reading is a
means to achieve an objective and not an end in itself, in Rosenblatt's terms,
they are talking about "efferent" reading.* These comments show that
adolescents recognized reading as "useful" and equated books with
school activities and boredom. There seems to be an almost total identification
of reading as a curricular activity, as an obligation, but not as an activity
that can be fun and entertaining.
Almost
25 years later, this scenario is repeated, although it seems that the issue of
“having time” to read has become more problematic: at that point in time,
reading competed mainly with television; now it also competes with the
computer, digital social networks, cell phones, films and/or videos, i-pods and
other music gadgets and videogames, among others. In what appears to be a
contradiction, many young people wrote that they read when they were “bored”
and had nothing else to do.
These
results are not particularly surprising, what is surprising is that there are
some young readers who take the time to read a book and have a favorable
opinion of this activity, not because it is “useful”, but because of the
enjoyment they derive from it. This pleasure is manifested mainly in the word
“fun” and the idea that it stimulates the imagination. In the more recent
survey, the responses that help us understand what they mean by this are the
ones in which they describe why they liked a certain book, in other words, the
responses that don’t refer to the “importance” of reading but to a
“significant” text. These usually more elaborate replies were about particular
books that had a personal significance, whether this was about relationships
with others, their own search for identity, questions about life (or death),
among the other things that preoccupy an adolescent in the 21st century, but
that also preoccupied young people nearly a quarter of a century ago.
Significant texts provoked their curiosity, took them “to the world of
fantasy”; involved their emotions and feelings; and had to do with
“identifying” with the characters or distracting them from their problems. Once
again, the replies are almost identical to those mentioned in the original
survey.
In the
original study, I worked with young people who described themselves as reading
only “a little”. We read and discussed three YA books, selected with the idea
that they were about themes that could interest them, with characters their age
and accessible language. These were the Spanish translations of The World of
Ben Lighthart by Jaap ter Haar (1983, Ediciones SM); Don’t Ask for
Sardines out of Season by Andreu
Martin y Jaume Ribera (1988, Alfaguara) and The Thief by
Jan Needle (1993, Fondo de Cultura Económica). Almost all the participants
expressed their liking for these books. They found them “fun” and
“entertaining” mostly because they had been able to relate to or become
involved with the characters in some way. This is what I wrote in the
conclusion of the thesis:
The most satisfying result of
the research was that a few students manifested a pleasure in having finished
and enjoyed a book and a desire to continue reading.
In the next
blogs we will write not only about the more specific results of the survey but
also about the three books that we chose for our current research. One of the
differences between the projects is that in the first one all three were novels
but in the current one, two of the texts have images, one is a graphic novel
and one is a picturebook. We have started reading the graphic novel and so far
it has been a success. Several readers have described it as “cool”. As Juan
Domingo Argüelles, editor and also
author of many essays on reading, said
at one of the panel discussions during the IBBY Congress in Mexico, “if a kid
says that a book is ‘cool’, you’ve done it”.
The question is,
then, can a book be “very much important” and “cool” at the same time?
*Rosenblatt, L.M. (1978). The Reader, the
Text and the Poem: The Transactional Theory of the Literary Work,
Carbondale, Ill.: Southern Illinois University Press.
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