Puerto de Byblos, El Líbano (fuente: http://www.aaa-arch.com)
Viajamos de
Cataluña hacia El Líbano en esta nueva entrada que también surge de una tesis
doctoral. Nayla resume algunas de sus observaciones y, más importante,
reflexiona sobre lo la lectura significa para los jóvenes que viven en
situaciones de inseguridad, un tema que ya hemos resaltado en nuestra
investigación en México y que, desafortunadamente, es relevante en tantos
países alrededor del mundo. Una vez más, notamos que cualquier estudio sobre la
lectura o prácticas relacionadas se enriquece con las voces de los jóvenes y
sus reflexiones sobre el impacto de los contextos sociales y políticos, históricos y contemporáneos
sobre estas prácticas.
Nayla
Aramouni creció en El Líbano, donde realizó sus estudios de licenciatura en
Educación en la Universidad Americana de Beirut. Pasó los primeros años de su
carrera allí, trabajando para promover la lectura como profesora, administradora
de una librería especializada en educación, y en una empresa dedicada a
educación. En el 2008 viajó al Reino Unido y realizó el Máster en Filosofía en
Literatura Infantil y el Doctorado en Educación en la Universidad de Cambridge.
Actualmente, es coordinadora de programas y administradora de fondos en una
organización internacional sin fines de lucro en Cambridge, Reino Unido, y
continua dedicando su tiempo a los adolescentes y sus lecturas.
Hace algunos años comencé mis estudios de doctorado,
en el cual investigué las actitudes hacia la lectura de los jóvenes en El
Líbano. Esta no fue una decisión arbitraria. En primer lugar, yo nací y me crié
en El Líbano y, mientras crecía (y después ya de adulta), frecuentemente me
sorprendía con la cantidad de personas que manifestaban su amor por la lectura,
pero cuán poca gente realmente leía. Rara vez vi a alguien leyendo. No en
cafés, no en la sala de espera del doctor, no en los parques, ni en el salón de
profesores, o en ningún espacio público. Aún así, leer está valorado
socialmente y es una actividad que se considera prestigiosa. Tanto las participantes
de concursos de bellezas como en los CV las personas dicen leer como
pasatiempo.
El Líbano es un precioso y misterioso país, con
mucho que ofrecer. Sin embargo, también es inestable y complejo. Rara vez se encontrará
con información sobre el país que no mencione su guerra civil de 15 años, de la
cual aún pueden observarse los efectos. Años de inestabilidad han creado lo que
los libaneses llaman “La Situación”, un término usado para hacer referencia a
todos los problemas que ocurren dentro El Líbano, y que afectan todos los
aspectos de la vida del libanés -
incluso, como descubrí, la lectura de los jóvenes.
Vista de Beirut, fotografía tomada cerca de mi hogar en Brummana (crédito de la
foto: mi cuñada, Stacy).
“La Costanera”,
Beirut, El Líbano (fuente: www. http://www.beirut.com/l/25110)
Mi investigación comenzó con las definiciones de
algunos términos, como “lectura por placer”. Quería que mi investigación se
enfocara en la lectura que se realiza mayormente por placer. No importaba qué
se leyera, siempre y cuando el motivo de la lectura fuera placer. Por ejemplo,
excluí de mi estudio actividades tales como leer una reseña en línea sobre
audífonos para un teléfono móvil que el lector estaba considerando comprar.
Asimismo, textos como “back-stories” o las historias que aparecen en los
videojuegos no fueron consideradas, ya que estas son leídas a medida que se
avanza en el juego. Mi estudio se basó en teorías sobre la adquisición de
actitudes hacia la lectura y motivación, cultura de la lectura, desarrollo lector
y respuesta lectora. El estudio también
da cuenta sobre los vacíos que identifiqué en la literatura que aborda la
lectura en Medio Oriente y en El Líbano.
El estudio se realizó en dos escuelas privadas,
laicas y mixtas que cuentan con bibliotecas y usan el inglés como idioma de
enseñanza. Mis participantes se encontraban en el último año de escolaridad y
fueron seleccionados según sus respuestas a un cuestionario que distribuí entre
los estudiantes de ese mismo nivel. Realicé entrevistas individuales
semi-estructuradas con cada uno de ellos y después conduje entrevistas en
grupos pequeños con aquellos estudiantes que querían y podían participar.
Mi primer hallazgo fue bueno. Cada uno de mis
participantes, sin importar cuán inflexible fuera su rechazo a la lectura y
declarara que nunca leía, tuvo al menos un libro que describió con los ojos
brillantes y sonrisas. Todos tuvieron una experiencia positiva con la lectura.
Sin embargo, esto no fue suficiente para crear el hábito de leer en la mayoría
de los participantes.
Cuando les pregunté qué les gustaba leer, los
entrevistados parecían tener los mismos gustos que los adolescentes de todo el
mundo: Harry Potter, Twilight, Agatha
Christie. Un hallazgo sorprendente entre quienes declaraban no disfrutar la
lectura fueron los libros de filosofía, con El
mundo de Sofía posicionándose como favorito más frecuentemente que, por
ejemplo, Harry Potter.
De todas maneras, las razones por las cuales los
estudiantes disfrutan estos libros parece ser diferente a las razones que adolescentes
de otras partes del mundo podrían dar. Ellos leen ficción occidental porque es
diferente a su propia realidad. Tienden a evitar cualquier obra que no haya
surgido de Europa o América, porque sienten que los temas más recurrentes en la
literatura nacional se relacionan con la guerra y el sufrimiento. De acuerdo
con varios de los participantes, gracias a “La Situación”, la mayor parte de
los lectores en El Líbano prefieren no leer nada que profundice temas que son
considerados “violentos”, “terribles” o “deprimentes”. Al parecer, la ansiedad relacionada con “La Situación”
también juega un papel en limitar la cantidad de lecturas, incluso entre
aquellos estudiantes que tienen actitudes positivas frente a la lectura. Aún
con un fácil acceso a libros, e incluso para estudiantes motivados a leer, el
número de libros leídos es relativamente bajo y sobreestimado por los mismos
lectores. Aunque los estudiantes con una actitud positiva frente a la lectura
son lectores entusiastas que leen bastante, el número de libros leídos es mucho
más bajo que la cantidad de libros leídos por lectores entusiastas de otras
partes del mundo (por ejemplo, en el Reino Unido, Estados Unidos, y Sudáfrica).
También descubrí que las bibliotecas eran utilizadas ocasionalmente para
obtener material de lectura. Los libros son usualmente comprados en una de las
dos librerías, o, si éstos eran muy difíciles de encontrar o costosos,
descargados ilegalmente.
Una sucursal de la librería Antoine, una de las dos
librerías frecuentadas por los participantes. Durante (arriba) y después (abajo) de la
guerra civil (fuente: : http://bibliobs.nouvelobs.com/la-tendance-de-jerome-garcin/20120531.OBS7164/saint-beyrouth-des-pres.html)
En cuanto a cómo las lecturas son asignadas en la
escuela, está claro que ser “obligados” a leer, como los participantes lo
describen, tiene sus ventajas cuando a los estudiantes se les da a elegir una
opción de lectura entre una amplia variedad de libros. Esto fue particularmente destacable en
aquellos que declaraban tener una actitud neutral o negativa hacia la lectura
(como identificó el cuestionario realizado antes de la entrevista), para
quienes se aseguró que la lectura se realizara en periodos largos y lo
suficientemente frecuentes como para alcanzar un nivel profundo de compromiso
con la misma. En la primera escuela con la que trabajé, les pidieron a los
estudiantes leer dos libros durante el verano, mientras que en la segunda
escuela a los estudiantes se les dio una lista, con varias opciones, de la cual
elegir dos libros para leer. Los alumnos del segundo grupo, que tuvieron que
leer obligatoriamente pero que tuvieron alguna elección sobre qué leer,
admitieron que se habían involucrado con la lectura y que habían disfrutado de
al menos un libro en ese año de lectura “obligatoria”. Por otro lado, todos los
estudiantes en el otro grupo, a los que no les dieron a elegir qué libro leer,
sintieron que esta falta de elección los hizo “odiar la lectura”.
Frank Smith (1988) propone la metáfora de un Club de
Alfabetización, que explica la creencia de que aprendemos a leer y a disfrutar
de la lectura al “unirnos al club” de personas a las cuales creemos parecernos.
Lo que yo encontré, sin embargo, es que hay diferentes tipos de Clubes de
Alfabetización, cada uno con su propia cultura y reglas de pertenencia. Uno de
ellos parece ser un club de alfabetización que es inclusivo, en el sentido que
la mayoría de los estudiantes de una escuela tiene interés en leer y,
comúnmente, recomiendan y participan en
discusiones en torno a libros. No hubo una distinción marcada entre quienes les
gusta leer y a aquellos que no. El otro
club siente menos respeto y admiración por sus profesores y compañeros como
lectores, y hubo una gran diferencia entre aquellos que leen y aquellos que no.
Aquellos que se consideraban lectores se veían a sí mismos, y eran vistos por
otros, como parte de un grupo de élite. Quizás como consecuencia, hubo un menor grado de involucramiento
personal con el material leído, ya que el acto de leer parecía ser motivado no
sólo por el placer de la lectura, sino que también por el deseo de pertenecer
al grupo de “lectores” y asimilar las
características asociadas con ese grupo.
Hubo varios momentos reveladores durante la
investigación. Uno de los más notables para mí fue la identificación de La
Situación como una influencia en las actitudes y comportamientos hacia la
lectura. Al haber nacido y haber sido criada en La Situación, no fui consciente
inmediatamente que “ésta” existía. Solo cuando estaba analizando mis
trascripciones y releyendo (por enésima vez) una cita de un participante (al
que llamaré Rami) me di cuenta de esto. Estaba emocionada y triste por la repentina
revelación. A Rami le gusta leer, pero él describió el momento en el cual decidió
no seguir leyendo:
En
verdad, estaba enojado porque estaba llegando a un punto en el cual empecé a
entender qué es El Líbano, la situación, todo el dilema y, entonces, me enojé y
fue como: ‘¿qué sentido tiene leer libros que tienen muchos
significados, mensajes e imágenes cuando la situación en la que vivimos no es
saludable y podemos ocupar ese mismo tiempo en hacer otras cosas?’ No sé qué otras
cosas pueden ser. Fue como una excusa, no lo sé.
Las editoras agradecen a Javiera García Seguel por la traducción al español.
Al Amine, A., Abouchedid, K.,
Llabre, M., Hadi, F., Gharzeddine, M., Huri, M., & Maiky, C. (2008). The
psychological conditions of children and youth in Lebanon after the July 2006
war. Beirut, Lebanon: Lebanese Association for Educational Studies and the
Kuwait Society for the Advancement of Arab Children
Kidd, D., & Castano, E. (2013).
Reading literary fiction improves theory of mind. Science, 1(October), 1–6.
doi:10.1126/science.1239918
Smith, F. (1988). Joining the
Literacy Club: Further Essays in Education. Portsmouth,
NH: Heinemann.