The
Damaged Books Room (Fantagraphics). Jonas Seaman
Justamente acaba de inaugurarse una exposición en el Museo Hunterian de la Universidad de Glasgow:
http://www.gla.ac.uk/hunterian/visit/exhibitions/exhibitionprogramme/comicinvention/#/whatisacomic?
EA y LG
Lucia Cedeira Serantes trabaja
como Assistant Professor en la Graduate School of Library and Information
Science (Queens College, CUNY). En estos
meses, su trabajo se concentra en la expansión y publicación de una parte de la
tesis dedicada al rol que la materialidad juega en la experiencia lectora. Sus
próximos proyectos se enfocarán en la relación entre “no lectores” y lectura:
las maneras en que nociones y prácticas adheridas a la experiencia lectora se
comunican y perpetúan en la sociedad y cómo los “no lectores” modifican o
rechazan estas nociones como parte del desarrollo de su identidad.
Después de un año en mi programa de doctorado, el
tema que me había animado a comenzar estos estudios no resultó lo
suficientemente motivante. No era ni seré la última estudiante que pasa por esa
experiencia. Con algo de ansiedad y mucha ilusión comencé la búsqueda de un
nuevo tema que llegó después de mucha lectura, paciencia y consejos de mis
tutoras de tesis. Mi interés por la experiencia lectora, y por los lectores de
cómics en particular, surgió a partir de varios proyectos de trabajo, de los
cuales algunos llegué a publicar (Cedeira Serantes, 2013) y otros se quedaron
en ese tintero invisible que tenemos los académicos— la carpeta real o virtual de
Ideas que todos acumulamos.
¿Por qué los cómics y sus lectores merecen nuestra
atención? Simplemente me pareció que detrás de las experiencias lectoras de
estos jóvenes interesados en cómics (webcomics, novelas gráficas, manga, etc…) había
una complejidad y riqueza que no encontraba en las investigaciones de
Comunicación (centradas en las experiencias de los fans) y en los trabajos
publicados en Biblioteconomía y Educación (centradas en lectores con
dificultades lectoras y lectores visuales).
Tradicionalmente, los cómics han sido un material de
gran interés para los jóvenes a pesar de que los adultos, desde la familia e instituciones
culturales y educativas, los han menospreciado. En general, la investigación
sobre cómics sigue dos caminos: 1) el análisis literario, lingüístico o
estético de los textos, sobre todo para decidir o justificar su status como
literatura “de calidad”; 2) los cómics como texto/producto que es clave en las
actividades y experiencias de las comunidades de fans. Mi objetivo con este
trabajo doctoral era promover un cambio de perspectiva en las investigaciones sobre
la lectura de cómics. La pregunta que orientó mi interés fue la siguiente: cómo
los lectores construyen y entienden su experiencia lectora, especialmente
cuando el cómic es un material de lectura, y lo que este proceso revela sobre
sus identidades lectoras y los contextos sociales de esta experiencia. Mi intención era alejarme de las
investigaciones centradas en fans y consumismo y en el análisis estético o
literario y centrarme en los lectores y la experiencia lectora. Este enfoque resalta
mis influencias académicas: investigadores como Radway (1991) que inspiró mi
interés en grupos de lectores ignorados; Mackey (2011) y Ross, McKechnie y
Rothbauer (2006) quienes ayudaron a materializar este proyecto; y Gemma
Lluch y Fuller y Rehberg Sedo (2013) quienes continúan ampliando
mis horizontes académicos.
Antes de continuar he de hacer una pequeña
confesión. Mi propia historia personal como lectora de cómics me ayudó a
reconocer que existía la posibilidad de que la experiencia lectora de cómic no
fuese tan simple como la veía reflejada en muchas investigaciones. Nací en
España y en mi infancia leía tiras e historietas como 13, Rue del Percebe de Francisco Ibañez, Astérix de Goscinny y Uderzo, y El Capitán Trueno de Mora y Ambrós. Ya
adolescente, el tebeo americano invadió mi imaginario y la Patrulla
X se convirtió en una de mis lecturas favoritas. En la
universidad mi interés por los cómics disminuyó y El
Víbora fue la única superviviente de
esta criba cultural hasta que redescubrí los cómics durante mis estudios de
biblioteconomía en Pittsburgh. Supongo que nada mejor que Maus de Art Spiegelman para hacer
resurgir este interés. Mi vida lectora mezcla géneros, orígenes y formatos y se
convirtió en un ejemplo (evidentemente anecdótico) de la diversidad del medio
así como de los elementos que pueden afectar el desarrollo del interés por la
lectura de cómic.
Una de las claves en el desarrollo de este estudio
era mantener las voces de los lectores en el centro de la investigación y de la
comunicación de los resultados. Una metodología fenomenológica-hermenéutica (Cohen,
Kahen y Steeves 2000; Kvale y Brinkmann 2009) permitió que la riqueza y los
múltiples aspectos de la experiencia lectora emergieran de inmediato. El grupo
de participantes incluía diecisiete jóvenes, de entre dieciséis y veinticuatro
años, nueve chicos y ocho chicas. En este grupo estaban representadas diferentes
experiencias lectoras, algunos llevaban leyendo cómics sólo un año y otros
desde su niñez. Para lograr esta diversidad en experiencias lectoras, el
reclutamiento de participantes se realizó en tiendas de cómics, en bibliotecas
públicas, y en una universidad.
Las consideraciones, experiencias y procesos que
surgieron de estas entrevistas demuestran que la lectura de cómics es una
práctica sofisticada con elementos característicos únicos y además presenta a
este grupo de lectores como reflexivos, comprometidos y concienzudos.
Igualmente, de estas conversaciones se intuye que la experiencia lectora
necesita ser contextualizada (situated),
requiriendo del investigador el estudio de cómo afecta a la identidad lectora (reader-self) y viceversa, así como el/los
contexto/s social/es donde la experiencia tiene lugar. Esta complejidad ya se reflejaba
en la riqueza y multiplicidad de perspectivas que surgían durante las
entrevistas. Pero para poder trabajar con esta información, a veces la
tentación era intentar simplificarla: separar lo que mis lectores describían
como una experiencia unificada en compartimentos que, como investigadora, me
serían más sencillos de analizar y comunicar. Conseguí superar esta tentación
trabajando con una representación visual, que no un modelo, que mostraba lo que
identifiqué como las cuatro dimensiones de la experiencia lectora pero al mismo
tiempo mantenía una unidad compleja presente y visible: 1) la construcción de
la identidad lectora (reader-self);
2) el importante rol que juega la materialidad de las cómics (comics form and format); 3) las
instituciones que contextualizan la lectura de cómics (institutions); 4) la singular relación que tienen las estructuras
temporales aceleradas que caracterizan la sociedad contemporánea y la lectura
de cómics (time).
Esta
representación visual no es tan clara como debería ya que responde más a un
borrador de uso personal que a un modelo para la comunicación académica, pero
sirvió a la perfección para evidenciar
que las cuatro dimensiones trabajan al unísono y así reflejar la complejidad que los
participantes en el estudio compartieron conmigo. La primera dimensión, la
identidad lectora, trata de explorar cómo ésta se construye individual y
colectivamente, sobre todo cuando se considera la importancia de la comunidad comiquera.
El género de los lectores así como las experiencias lectoras satisfactorias e
insatisfactorias también influyen en la evolución de esta identidad. La
importancia de la materialidad se hace notar desde el momento en que son los
propios participantes los que la incluyen en nuestras conversaciones. Esta
inclusión apunta a la necesidad de investigar cómo el cambio de formatos y
materiales puede transformar nuestra relación con la experiencia lectora y con
lo que elegimos para leer. Así pues, los participantes reflexionaron y
compartieron las características del formato impreso y la lectura en papel y lo
que éstas permiten y posibilitan (incluso en sus limitaciones) en comparación
con formatos digitales. La tercera dimensión invita a considerar la importancia
de las instituciones y estructuras que rodean e influyen en la experiencia
lectora, entre ellas la industria de los cómics así como las instituciones
culturales y educativas como bibliotecas, escuelas o universidades. De manera
directa e indirecta, en estos espacios la lectura de cómics se introduce, se
apoya, o se menosprecia. Finalmente, la cuarta dimensión se centra en las estructuras temporales que rodean a los lectores y se
centra en cómo éstos definen las cómics como textos complejos que con fluidez
se adaptan a unos requerimientos temporales de escasez, aceleración, velocidad,
e instantaneidad pero al mismo tiempo los lectores aprecian que el lenguaje de
las cómics apoya la creación de momentos para la contemplación (Cedeira
Serantes, forthcoming
2016).
La información que aflora de las experiencias y las
reflexiones de los participantes en este estudio desafían profundamente los
lugares comunes y estereotipos compartidos sobre las prácticas lectoras de un
grupo tradicionalmente menospreciado. Los posts anteriores de Erin Spring y Carolina González evidencian que la investigación sobre lectura y
jóvenes lectores está en un momento expansivo en que busca sumergirse en la
búsqueda del significado y la relevancia de las prácticas lectoras así como en
el rol de “nuevos formatos” como los cómics. Mis lectores compartieron unas
experiencias y consideraciones que ayudan en esta expansión de nuestro conocimiento
sobre las prácticas lectoras de los jóvenes. La complejidad que revelan y
comparten también sustenta la urgente necesidad de introducir los cómics en
bibliotecas y otras instituciones culturales y académicas.
Referencias:
Cedeira Serantes, L. 2013. Misfits,
loners, immature students, reluctant readers: Librarianship participates in the
construction of teen comics readers. In Transforming
young adult services: A reader for our age, edited by Anthony Bernier,
115-135. New York: Neal-Schuman.
Cedeira Serantes, L. forthcoming 2016. When comics set the pace: The
experience of time and the reading of comics. In Plotting the Reading
Experience: Theory, Practice, Politics,
edited by Lynne Mckechnie, Paulette Rothbauer, Knut Oterholm, and Kjell Ivar Skjerdingstad. Waterloo,
Ontario Wilfrid Laurier University Press.
Cohen, M. Z., David L. Kahn, and Richard H. Steeves.
2000. Hermeneutic Phenomenological Research: A Practical Guide for Nurse
Researchers. Thousand Oaks, Calif.; London; New Delhi: Sage.
Fuller, D., and DeNel Rehberg Sedo. 2013. Reading
beyond the Book: The Social Practices of Contemporary Literary Culture. New
York: Routledge.
Kvale, S., and S. Brinkmann. 2009. InterViews:
Learning the Craft of Qualitative Research Interviewing. Thousand Oaks, CA:
Sage.
Mackey, M. 2011. Narrative Pleasures in
Young Adult Novels, Films, and Video Games. Houndmills: Palgrave Macmillan.
Radway, J. A. 1991. Reading the Romance : Women,
Patriarchy, and Popular Literature. Chapel Hill: University of North
Carolina Press.
Ross, C. S., McKechnie, L., and P. M. Rothbauer. 2006.
Reading Matters: What the Research Reveals about Reading, Libraries, and
Community. Westport, CT: Libraries Unlimited
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