viernes, 29 de abril de 2016

Realidades diversas: Otra mirada a las encuestas y los estudios sobre lectura en México


 


Para esta entrada enlistamos la ayuda de Cutzi L. M. Quezada quien es ahora parte de nuestro equipo. Cutzi es Mtra. en Lenguas y Literaturas Europeas, Americanas y Postcoloniales (Literatura comparada) por la Università Ca’Foscari di Venezia. Desde el 2015 desarrolla una investigación sobre el libro álbum en la colección Los Especiales de A la Orilla del Viento del FCE, en el programa de Doctorado en Letras Modernas de la Universidad Iberoamericana. Actualmente forma parte del Programa Nacional Salas de Lectura de la Secretaria de Cultura de México con la sala “Rayuela de Letras”.

Desde hace algunos años en México tanto instituciones gubernamentales como las ONGS han mostrado especial interés en los hábitos de lectura de la población y durante el 2015 se dieron a conocer los resultados de dos encuestas realizadas a nivel nacional. La primera encuesta que apareció fue la realizada por la SEP y CONACULTA, en zonas urbanas y rurales, a personas de 12 o más años. Incluye el tema de la escritura así como algunos elementos de lectura digital y se conoce como: Encuesta nacional de lectura y escritura 2015-2018. La segunda fue realizada bajo el liderazgo de IBBY México con el apoyo de instituciones editoriales y educativas y con soporte de Banamex. Esta Primera encuesta nacional sobre consumo de medios digitales y lectura se centró de manera especial en los hábitos de consumo y uso de medios digitales entre personas de 12 a 29 años pero solamente en zonas urbanas.

Entre los objetivos generales de la encuesta realizada por las instituciones gubernamentales, está conocer ‘las prácticas y hábitos de lectura y escritura en México’ y conformar políticas públicas para el fomento de la lectura. [1] En el caso de la encuesta de IBBY/Banamex, la búsqueda clave es ‘identificar los hábitos de consumo y uso de medios digitales entre los jóvenes mexicanos’[2], además de conocer el impacto que los medios digitales han tenido en la cultura lectora, cómo cohabitan con los medios impresos y qué intereses y necesidades satisfacen los jóvenes a través de la lectura en medios digitales e impresos.
 
Dada la importancia de estas encuestas, nos dimos a la tarea de volver a ellas (ver blog de14 enero 2016) y analizar algunos de los puntos relevantes de las encuestas sobre los y las jóvenes de 12 a 15 años para cotejar estos resultados con los datos arrojados en nuestra investigación sobre Transformaciones lectoras. A pesar de que el aspecto cuantitativo no es comparable, los elementos cualitativos de nuestra investigación nos permiten ahondar en algunos resultados. Las siguientes observaciones resultaron de esta nueva mirada.

Podemos considerar ambas encuestas nacionales mencionadas como complementarios, por lo menos para el sector juvenil entre 12 y 29 años, sin embargo, en la  encuesta IBBY/Banamex las personas entre 12 y 14 años representan el 19% de la muestra y en la de SEP/CONACULT la edad de 12 a 17 años es el 14.23%. El sector entre 12 y 15 por lo tanto se representa con un porcentaje muy bajo si consideramos que es un sector crítico en cuanto a la lectura.

Los resultados de las encuestas sostienen que entre los 12-17 años se lee más que en los siguientes años (a pesar de que, según IBBY/Banamex, los jóvenes no se identifican como tales o no aspiran a ser lectores – algo que nosotros también notamos en nuestro estudio). Además, de acuerdo con IBBY/Banamex el 61% de los jóvenes entre 14-15 años lee por gusto y SEP/CONACULTA informa que en esa edad se leen por gusto 4.2 libros al año frente a los 3.5 libros en promedio del resto de la población. En nuestro estudio, encontramos también evidencia de que lectores y lectoras se acercan a los textos literarios por gusto o por entretenimiento (una motivación que por lo tanto no es exclusiva de los medios digitales).

Por otro lado, en esta fase inicia el declive e incluso el abandono del hábito de la lectura. Además, en México la asistencia a la escuela disminuye con la edad, en particular a partir de los 15 años, desciende del 90% a un 60% aproximadamente[3]. Este período por lo tanto representa una oportunidad final para los mediadores institucionales de incidir y fortalecer la lectura y para aprovechar, y mantener el ese gusto. Sin embargo, para hacerlo, es necesario que esos mediadores, así como el público en general, reflexionen sobre lo que suele entenderse como ‘lectura’ a principios del siglo 21.

Un aspecto de estas encuestas que sorprende es que, dados los esfuerzos en cuanto a promoción y mediación que se dirigen a los niños, ninguna incluye niños menores de 12 años. Reiteramos que hay una necesidad urgente de incluir esta población en las encuestas para poder comenzar a comprender los cambios actuales.

 


Otra observación que queremos resaltar ha sido abordada de forma experta por Néstor García Canclini, antropólogo reconocido que trabaja en México, quien con un equipo de investigadores y con asesoría de expertos en el tema de la lectura, publicó en 2015 un trabajo importante: Hacia una antropología de los lectores. Este trabajo responde, en primera instancia, a las encuestas alarmistas de SEP/CONACULTA 2006 y 2015[4] que ponen énfasis en el número de libros impresos y leídos, utilizando instrumentos a los García Canclini llama ‘encuestas librocéntricas’. El interés de este antropólogo se vierte en dos ideas claves: el intercambio y la organización social de los lectores, es decir, ‘cómo leen lectores de distintas sociedades, edades y formaciones –en diferentes soportes: papel o digital- y cómo interactúan entre ellos en la escuela en el trabajo o en la comunicación cotidiana. Cómo se organizan distintos lectores […] para conocer y comunicarse las novedades editoriales, de los sitios de Internet o las redes sociales.’ (XIII)

Esto se alinea con las ‘comunidades de diálogo’ o ‘pláticas literarias’ en nuestro proyecto que permitieron la socialización de lo leído en los grupos de lectura, mediante acciones en las que el mediador es un agente interesado y responsable de la conducción respetuosa y estimulante de la interacción. En Transformaciones aplicamos nuestro interés en grupos específicos de lectores en la etapa secundaria (en una escuela urbana y otra semi-rural) para saber de ellos, de manera clara y directa, procurando hacerles reflexionar sobre sus experiencias lectoras y así notar las muchas cosas que leen todos los días, desacralizando el acto lector y ubicándolo en la cotidianeidad, más allá de los textos impresos. Este descubrimiento abrió su mirada y quitó el estigma juvenil de ser lector o lectora de acuerdo a percepciones más tradicionales. Saber leer hoy en día, como comenta García Canclini, ‘es entender cómo podemos manejar y jerarquizar contenidos heterogéneos en la exuberante información contemporánea. Filtrar, discriminar y elegir.’ (20).

Finalmente, otro problema es en que las encuestas y otros estudios, los cambios en la lectura que han surgido con la era digital se suelen generalizar y aplicar a toda la población. Sin embargo, en nuestra investigación, nos dimos cuenta de que el uso de Internet, de computadoras, tabletas electrónicas o teléfonos inteligentes no está tan generalizado como se cree: pocos jóvenes eran dueños de alguno de estos aparatos y sólo algunos tenían Internet en casa. Observamos que su relación con la lectura sigue siendo mediante la letra impresa, llevándonos a especular que estos jóvenes de 14 y 15 años son todavía parte de una ‘generación de transición’: conocen el mundo digital y se conectan cuando pueden pero todavía no es una parte integral de su vida diario ni de sus experiencias lectoras. En las encuestas se señala que 8 de cada 10 personas jóvenes (IBBY/Banamex) o el 77.8% de la población en general (SEP/CONACULTA) disponen de Internet en sus casas, pero esto no refleja lo que nosotros encontramos, quizá porque las encuestas nacionales se centraron sobre todo en áreas urbanas. Incluso el estudio de García Canclini se limitó a la Ciudad de México y por lo tanto, a una población muy distinta al resto del país (basta con señalar que en la Ciudad de México hay 470 librerías y aunque es poco respecto a la población total citadina, siguen siendo mucho más que en provincia).  

En un país como México donde existen tantas ‘realidades’ distintas, con tan alto grado de  pobreza y desigualdad económica hay que tener precaución al generalizar sobre los cambios en la lectura y es indispensable complementar los estudios cuantitativos con estudios cualitativos, con grupos específicos de lectores, comenzando desde la infancia y en diversas zonas geográficas del país.

Cutzi L.M. Quezada, Laura Guerrero y Evelyn Arizpe

 
BIBLIOGRAFÍA

Encuesta nacional de lectura y escritura 2015-2018. México: SEP/CONACULTA, 2015. PDF. 24 Feb. 2016. <https://observatorio.librosmexico.mx/encuesta.html>

García Canclini, Néstor et. al. Hacia una antropología de los lectores. Madrid, México: Fundación Telefónica, UAM, 2015.

Presentación de la Encuesta nacional de lectura y escritura 2015-2018. México: SEP/CONACULTA, 2015. PDF. 24 Feb. 2016. <https://observatorio.librosmexico.mx/encuesta.html>

Primera encuesta nacional sobre consumo de medios digitales y lectura. México: IBBY/Banamex, 2015. Web. 24 Feb. 2016. http://www.ibbymexico.org.mx/images/ENCUESTA_DIGITAL_LECTURA.pdf


[1] https://observatorio.librosmexico.mx/encuesta.html
[2] http://www.ibbymexico.org.mx/images/ENCUESTA_DIGITAL_LECTURA.pdf
[4] El estudio de IBBY/BANAMEX se dio a conocer a finales de 2015

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