María
Camila Correa nació en Colombia y a la edad de siete años se trasladó con su
familia a Estados Unidos. Luego de recibir su grado en Fotoperiodismo en la
Universidad de Florida – con estudios en Español y Antropología – viajó a
Escocia, donde obtuvo una Maestría en la Universidad de Glasgow en el programa
“Children’s Literature and Literacies”. Esta entrada es un resumen de su tesis
de Maestría. Actualmente, ella reparte su tiempo libre entre la Fotografía y las
secciones infantiles de las librerías locales, escudriñando las novedades y las
publicaciones recientes de libros álbum.
Objetivo
Mi investigación
se centra en la Trilogía del Límite de
la artista e ilustradora coreana Suzy Lee. Dicha trilogía se compone de tres
libros ilustrados, casi completamente carentes de texto, cada uno de los cuales
nos invita a adentrarnos en el mundo imaginario de una niña pequeña; un universo
dividido por el límite entre dos páginas. Para el análisis y la interpretación
de sus significados subyacentes, me he valido de las teorías desarrolladas por
el psicoanalista suizo Carl Jung. Su rama del Psicoanálisis – La Psicología Analítica
– se ocupa del proceso de desarrollo de la psiquis individual, un proceso
conocido como individuación.
En mi
trabajo intento demostrar que cada uno de los libros de la Trilogía del Límite representa una fase de este proceso de individuación,
valiéndose de diversas experiencias personales de su protagonista. Centro mi
atención en los cambios en la madurez del personaje; transformaciones estimuladas
tanto por las experiencias que ella encuentra en cada uno de los libros, como
por la integración de los elementos opuestos. Finalmente sostengo que, a pesar
de las duras críticas que ha debido enfrentar la Psicología Analítica, su aplicación
al análisis literario representa una valiosa herramienta, al posibilitarnos una
perspectiva fresca desde la cual es posible penetrar los múltiples significados
que puede albergar un texto.
Análisis
Espejo (2010), Ola
(2008) y Sombra (2010) conforman la Trilogía del Límite, así llamada porque
cada uno de ellos juega no sólo con el límite entre ilusión y realidad, sino que
también con las fronteras físicas del libro. De manera particular, con los
espacios que forman la intersección de sus páginas enfrentadas.
Espejo
Espejo invita a los lectores a ser
testigos de la interacción entre una niña y su propio reflejo. Aunque cautelosa
de la imagen al comienzo, la curiosidad lleva a la protagonista a acercarse al
espejo más y más hasta que ambas - niña y reflejo - desaparecen en los márgenes
internos del libro. Cuando emergen de nuevo, cada una es independiente de la
otra, lo cual perturba a la niña, tras comprobar que su contraparte no copia más
sus movimientos. Entonces decide empujar el espejo, que se rompe al caer,
destrozando la imagen de la segunda niña.
Desde
una perspectiva Jungiana, Espejo ilustra
las diversas fases del proceso de individuación. El patrón general de presentar
a una niña, luego a dos, de nuevo a una, junto con los movimientos de
acercamiento y alejamiento entre ambas, representa la lucha entre el yo y el Ego
durante la etapa de maduración. La Figura 1, tomada del capítulo de Alschuler
en The Cambridge Companion to Jung (Young
– Eisendrath y Dawson, 1997) ilustra las diversas etapas de la individuación,
desde la unidad inconsciente hasta la totalidad consciente.
Figura
1. Etapas del Proceso de Individualización
De
acuerdo a Jung, los seres humanos nacemos dentro de un inconsciente colectivo, carentes
de cualquier sentido de auto-identidad. La primera etapa de la individuación
ocurre durante la infancia, cuando el Ego emerge del inconsciente y se
convierte en el centro de la identidad personal. La segunda fase está
determinada por la alienación del Ego, la cual da origen a dos diferentes
facetas de la personalidad: la Persona o identidad exterior, que se adapta a
los modelos impuestos por la sociedad, y la Sombra o personalidad interior, que
involucra las emociones y los instintos reprimidos. La tercera y última etapa
se refiere a la reintegración del Yo y el Ego, lo cual se logra a través de la eliminación
de proyecciones (la integración de la Sombra) y el crecimiento simultáneo del
consciente.
En Espejo, el instante en el que la niña
atrapa la mirada de su propio reflejo es el momento en que ella se percata de su
propia imagen, un primer paso en el camino hacia la conciencia. La alienación
del Ego o la dualidad en la personalidad es representada mediante la introducción
de una segunda entidad: la imagen del espejo. En el relato las dos niñas se
hacen amigas, simbolizando la consolidación de la identidad de su Ego. Sin
embargo, aunque ambas figuras se fusionan por completo en cierto momento, el
resultado es de vacío en lugar de unión. Esto se debe a que antes de que pueda
ocurrir la integración de ambas figuras, se produce una confrontación.
De
hecho, las páginas siguientes sirven de escenario para la lucha entre la
protagonista y la sombra: la persona encarnada por el reflejo, una identidad
superficial, y la sombra, representada por la imagen original. El reflejo
simboliza lo que el mundo externo percibe de la personalidad de la niña, y esto
no siempre coincide con los hechos ni con las emociones que ocurren en su
interior. Esta tensión entre opuestos como entidades antagónicas eventualmente impulsa
a la protagonista al rechazo de su oponente y a la destrucción de la imagen
proyectada, con la consecuente realización del Yo, la cual “es como la inmediatez
y sencillez del comienzo, porque es el resultado, aquello que ha regresado a sí
mismo…” (Kelly, 1993: 27). Esto puede observarse en el paralelo entre la
primera y la última ilustración, que muestran a la niña exactamente en la misma
pose.
Ola
“Tengo
la sensación de que el vaivén de las olas comparte el mismo ritmo que los
libros. Y sobre todo está el hecho que cuando miramos el mar vemos todos la
misma cosa, sin importar en que parte del mundo nos encontremos: niños y
adultos juegan a perseguir las olas y a escapar de ellas. Hay una dicha
instintiva implícita en este juego. Tratamos de no mojarnos pero, al final,
sucumbimos a las olas.” (Lee, 2014: 40-41)
Ola transporta al lector hacia una playa
en la que una niña, acompañada de cinco gaviotas, juega en
un diálogo silencioso con una ola. Eventualmente, la niña cruza el límite
que la separa de la ola y graciosamente chapotea en el agua. Cuando se
forma una ola amenazante, la protagonista retrocede presurosa a la otra orilla
y, sintiéndose a salvo, saca su lengua a la ola. Tras la provocación, la ola va
a estrellarse contra la página de la niña. Cuando se retira podemos ver a la niña,
empapada y sorprendida, encontrar las conchas que la ola ha dejado tras de sí.
La cita
mencionada de Suzy Lee hace referencia a la universalidad de esta historia. Una
universalidad que, argumentaría Jung, está atada a nuestro inconsciente
colectivo: un depositario del conocimiento ancestral de la humanidad. En
consecuencia, planteo que en el caso de Ola,
el océano puede entenderse como una representación del inconsciente colectivo.
Cuando decimos que la niña “sucumbe a la ola”, ella queda sumergida en el
cúmulo de experiencias que conforman el inconsciente colectivo. Su Ego, el
centro de su conciencia, va a ser moldeado por este conocimiento; “el
desarrollo del ego está firmemente arraigado en la relación del infante con las
presiones grupales. Su estructura se basa en los valores de la colectividad”
(Gray, 1996: 172).
Aunque
al final la niña conserva su individualidad – separada de la ola – de cualquier
modo ha sido cambiada por ella, lo cual se ilustra gráficamente por el cambio
de color de su vestido y sus zapatos. Las conchas depositadas por el mar pueden
verse como arquetipos que están, al igual que las conchas, vacíos. Es decir, no
están determinados por su contenido sino por la forma, y existen como una
silueta de la representación, la cual emergerá una vez que sea traída a la
conciencia. La madre de la protagonista, una manifestación visual de los
ancestros de la niña, presumiblemente la mira desde lejos y observa cómo ésta
es inducida dentro del consiente colectivo. Sus zapatos están teñidos de azul;
ella también ha sufrido las consecuencias de este episodio.
Sombra
En Sombra, una niña parada sobre unas cajas
en lo que parece ser un ático enciende una luz, creando una serie de sombras
que representan cada uno de los objetos presentes en el cuarto. La pequeña
comienza a moverse y a hacer figuras con su propia sombra. Lentamente, las
sombras van adquiriendo su propia entidad, a la vez que comienzan a desaparecer
los objetos ‘reales’ de la página opuesta. Entonces, la sombra de la protagonista
se convierte en un lobo que transgrede las fronteras e irrumpe en el territorio
de la niña. Aterrorizada, la pequeña se sumerge en la jungla de las sombras. Al
verse solo, el lobo comienza a llorar hasta que gradualmente la niña y las
otras criaturas terminan haciéndose amigos de él. Finalmente, la alegría de su
celebración es interrumpida por una llamada que obliga a la niña a retornar a
la realidad. Ella apaga la luz, mientras los lectores observan cómo las sombras
cobran vida de nuevo en su ausencia.
De
acuerdo con Charles Butler (en Reynolds y Grenby, 2011: 174), la sombra es “el
lugar en el que los seres humanos proyectamos todas las cualidades o las
características que poseemos pero nos negamos a reconocer, aunque Jung sugiere
que además es la base de la creatividad y debe ser admitido para garantizar la
salud mental”. En el caso de Sombra,
el potencial creativo de la sombra inconsciente de la niña se manifiesta en la
riqueza de su mundo imaginario.
La
sombra busca expresarse a través de la proyección, o la transposición de algo
inconsciente, en un objeto externo (Marie-Louise Von Franz, 1998). Quizás por
esto la sombra de la niña emerge en la figura de un lobo, en lugar de su propia
imagen: ella está, literalmente, proyectando sus propios rasgos oscuros en
otras entidades. Esto puede igualmente interpretarse como una continuación del
juego de los opuestos de Susy Lee; ella se refiere al lobo como una criatura
masculina (2014), dando lugar a varias dicotomías: hembra vs. macho, humano vs.
animal, dócil vs. salvaje.
Jung
sugiere que la sombra es “tan solo algo inferior, primitivo, distorsionado y
disconforme, pero en ningún modo malo del todo. De hecho, contiene algunos
elementos primarios o infantiles […]” (Hull and Jung, 2014: 134). En Sombra,
esto se manifiesta cuando el lobo rompe en llanto. Él es, simplemente, un ser
incomprendido y, lo que parecía ser una agresión, era quizás un juguetón intento
de interacción. El posterior cambio de actitud de la niña hacia el lobo
representa la integración exitosa, la aceptación y el respeto por su
existencia. Ya no se trata de un temible monstruo que amenaza con comérsela,
sino de un amigo que ha cobrado relativa independencia y a quien puede
visitársele de nuevo.
Conclusión
El diálogo
visual en cada libro alcanza su clímax cuando los dos elementos antagónicos se
fusionan o combinan, diluyendo las fronteras. Para que esto ocurra, la
protagonista de Lee debe vencer el miedo: miedo a un reflejo misterioso, miedo
a la ola, miedo al lobo. Ella tiene que sopesar la intensidad de su curiosidad
contra aquello que la atemoriza y en cada ocasión termina cediendo a lo
primero. Cada vez, además, ella es recompensada por su coraje con una
experiencia que le brinda momentos de auténtico deleite. Las protagonistas de
Suzy Lee asumen riesgos y en cada situación aprenden algo nuevo. En especial, al
descubrir que las cosas no siempre son como parecen ser. Su propio reflejo
puede actuar de manera inesperada; unas olas asombrosas pueden traer regalos
diminutos, y lobos que aparentan ser feroces pueden tan solo desear ser
comprendidos. Jung entendió el modelo de la infancia estrechamente ligado al
proceso de individuación, afirmando que este período “labra el camino hacia un
ulterior cambio de la personalidad” y “acelera la imagen que resulta de la
síntesis de los elementos conscientes e inconscientes de la personalidad. Es
además, un símbolo que unifica los opuestos” (Jung, citado en Pietikainen,
1999: 229).
La
exposición a los libros álbum postmodernistas, como los de Lee, induce a los
niños a pensar de forma abstracta desde una edad temprana. Una de las metas prioritarias
de la educación es conectar a los estudiantes con el mundo, pero este puente
debe a su vez estimular el desarrollo de la propia identidad y el auto-conocimiento.
Si coincidimos en que esto es válido, además en la literatura y en el acto de
leer, entenderemos el verdadero aporte de las teorías Jungianas.
Referencias
Franz, M. (1998). C.G. Jung: His Myth in Our Time.
Toronto: Inner City Books.
Gray, R. (1996). Archetypal explorations. London: Routledge.
Gray, R. (1996). Archetypal explorations. London: Routledge.
Hull, R. F. C, and C. G Jung. Collected Works Of C.G.
Jung, Volume 11: Psychology And Religion: West And East. 1st ed. Princeton
University Press, 2014. Print.
Kelly,
S. (1993). Individuation and the absolute. New York: Paulist Press.
Lee, S. (2008). Wave.
San Francisco: Chronicle Books.
Lee, S. (2010). Shadow.
San Francisco: Chronicle Books.
Lee, S. (2010). Mirror.
New York: Seven Footer Kids.
Lee, S. (2014). La
trilogía del límite. Albolote, [Granada]: Barbara Fiore.
Pietikäinen, P. (1999). C.G.
Jung and the psychology of symbolic forms.
Helsinki: Academia Scientiarum Fennica.
Reynolds,
K. and Grenby, M. (2011). Children's
literature studies. Basingstoke, Hampshire: Palgrave Macmillan.
Young-Eisendrath, P. and Dawson, T. ed., (1997). The Cambridge Companion to Jung. 1st ed.
Cambridge: Cambridge University Press.