La investigación educativa empírica suele seguir ciertos pasos y procesos establecidos: las ideas iniciales van tomando forma, el proyecto se va consolidando, se hace un presupuesto y se obtienen fondos, se establecen contactos con las escuelas, se obtienen los permisos necesarios, incluyendo los del comité de ética de la universidad, se crea un cronograma y ¡listo! podemos comenzar el estudio. Estamos conscientes de que hay mucho trabajo por hacer y que, inevitablemente, surgirán problemas y obstáculos (los alumnos faltan a las sesiones porque tienen práctica de banda o futbol, se pierde material, la grabadora no funcionó, alguien se enfermó, un alumno se mudó a otra escuela… ) pero también intuimos que todo se irá resolviendo, que el proyecto se desarrollará de forma orgánica y que habrá momentos y descubrimientos emocionantes y significativos. Sin embargo, con lo que no solemos contamos es con un evento de tal magnitud que envuelve a todos los participantes y transforma el ambiente y hasta los resultados de una investigación.
Me refiero a la situación de crisis que se vive en México a partir de la atrocidad cometida en contra de los jóvenes estudiantes, aspirantes al magisterio, el 26 de septiembre. Este suceso, precisamente un atento contra la juventud y la educación, es la gota que derramó el vaso ya de por sí lleno hasta el tope de injusticias y violencia surgidas a raíz de la corrupción y de la asociación de las autoridades con el mundo de la criminalidad. Los alumnos de las secundarias con quienes hemos trabajado en los últimos tres meses no estaban ajenos a la situación de inseguridad que afecta a todos los mexicanos, pero la desaparición y probable masacre de los estudiantes de Ayotzinapa ha agudizado sus miedos y la ansiedad sobre su propio futuro.
Los talleres de lectura que llevamos a cabo como parte de la investigación tienen como objetivo recoger experiencias lectoras a través de estrategias que pueden transformarse en métodos para usar tanto en la clase de español como en círculos de lectura, en la biblioteca o en otros espacios donde los jóvenes se encuentran con los libros. Las investigadoras utilizamos una metodología derivada de los estudios de recepción lectora dentro de un marco de investigación empírica cualitativa que conlleva ciertas normas éticas y una cierta conducta por parte del investigador. En otras palabras, se busca obtener la respuesta lectora de la forma más “auténtica” posible, aunque es evidente que, desde un principio, la respuesta lectora es el resultado de una multitud de factores, individuales y colectivos, que afectan los espacios y los momentos del estudio. Sin embargo, como investigadora, uno intenta tener el impacto más mínimo posible en la respuesta, permitiendo al lector tomar su propio camino en cuanto a sus comentarios, preguntas y observaciones. Una guía de preguntas ayuda a mantener cierta estructura y dirección, pero es preferible seguir el hilo de la conversación según va surgiendo a partir del texto leído.
Los libros, como todos sabemos, tienen la posibilidad de hacer surgir una variedad de emociones y pensamientos y los adolescentes, como todos sabemos, se encuentran en una época de vida donde las emociones están a flor de piel. Estas inevitablemente surgen cuando encuentran un espacio donde se les invita a hablar de su lectura. ¿Qué hacer entonces, cuando la conversación comienza a girar en torno a sus tribulaciones, sus miedos y sus ansias? Una chica revela que le pasa lo que en Justicia Divina, que si se le aparece “La Llorona”, ya ni se asustaría porque hay cosas reales que la asustan más; un chico nos dice que a veces siente que vive en otra realidad, así como el protagonista de la novela que acabamos de comenzar (Memorias de Idhun, de Laura Gallego); otro chico nos cuenta una historia que leyó sobre la relación difícil entre un niño y su madre y en eso los ojos se le llenan de lágrimas; otras jóvenes nos dicen que tienen miedo, miedo de ser víctimas de la violencia contra las mujeres, así como en La niña de rojo; varios se refieren a lo que sucedió en Ayotzinapa.
No se pueden separar la lectura y la vida. No podemos permanecer objetivos e impasibles cuando los lectores nos cuentan sus historias y sus sentimientos. Sobre todo no podemos hacerlo si también nosotros nos encontramos todos dentro de la pesadilla en la que se encuentra este país. Tampoco podemos separar nuestra participación como investigadoras de los sucesos que ocurren y de las vidas de los alumnos con quienes convivimos durante este tiempo. A veces uno se pregunta qué sentido tiene recoger y analizar datos, escribir artículos, dar conferencias cuando están sucediendo eventos que sacuden al país. Nos preguntamos si realmente es tan importante lo que hacemos, si leer y comentar libros con unos cuantos muchachos de los millones que hay en México sirve de algo.
Pero recordemos la palabras, basadas en experiencias reales en situaciones similares de crisis, de la reconocida antropóloga de la lectura, Michèle Petit, autora de El arte de la lectura en tiempos de crisis (Océano, México 2008):
En contextos de crisis, la literatura nos da otro lugar, otro tiempo, otra lengua, una respiración. Se trata de la apertura de un espacio que permite la ensoñación, el pensamiento, y que da ilación a las experiencias. Una crisis es como una ruptura, un tiempo que reactiva todas las angustias de separación, de abandono, y produce la pérdida de ese sentimiento de la continuidad que es tan importante para el ser humano. Las narraciones, entre otras cosas, nos reactivan ese sentimiento, no sólo porque tienen un comienzo, un principio y un fin, sino también por el orden secreto que emana de la buena literatura. Es como si el caos interno se apaciguara, tomara forma.
http://www.lacasadeviena.com/literatura/el-arte-de-la-lectura-en-tiempos-de-crisis-de-michele-petit/
Michèle recoge los comentarios y observaciones de lectores en situaciones de crisis distintas en diferentes países y muestra que a pesar de las diferencias en los contextos, hay evidencia del valor que tiene la literatura y la lectura en esos momentos y que, de hecho, las personas tienden a volcarse hacia la los libros, las ferias del libro, las bibliotecas cuando hay caos.
Esto lo constatamos ahora con los comentarios de mucho de los jóvenes que dijeron que se refugian en los libros cuando tienen problemas o cuando hay dificultades a su alrededor. Nos contaron que se “escapan” de la realidad pero que a su vez aprenden de lo que leen e intentan aplicarlo a su propia situación.
El libro de Michèle no sólo reafirma el valor de la investigación sino también nos dan esperanza, tanto para las turbulencias de la adolescencia como para la crisis mexicana, ya que pretende “identificar algunos de los sesgos que permiten un nuevo despliegue de las posibilidades, una posibilidad de salida de los caminos ya trazados”.
Reflexionemos también entonces en la responsabilidad de la investigación en tiempos de crisis. No se trata de intentar ser terapeuta ni de discutir política, pero tampoco se trata de evadir temas o mantener distancias artificiales. Con profesionalismo y respeto hay que permitir esos momentos, saber escuchar pero también saber cuándo es necesario llevar la conversación, con delicadeza, por otros lados. Sugerir posibilidades. Compartir lo que es posible compartir, sobre todo la solidaridad y la esperanza. Repensar lo que realmente significa hacer investigación, de nuevo, para citar a Michèle:
These days, everything needs to be quantified and everyone is obsessed with getting immediate returns, and we easily tend to forget that making detours is crucial from an anthropological and psychic point of view, particularly in critical times […] Making a detour is vital when we need to be clever to get around pain or fear rather than face them. It is also essential for thinking and creativity.
http://www.ibby.org/index.php?id=900
(En estos días, todo tiene que ser cuantificado y todos están obsesionados con obtener rendimientos inmediatos y es fácil olvidar que desviarnos es crucial desde un punto de vista antropológico y síquico, especialmente en tiempos críticos […] Desviarnos es vital cuando es necesario ser listos para darle la vuelta al dolor o al miedo en vez de confrontarlos. También es esencial para el pensamiento y la creatividad.)
(EA traducción)
(El título de este blog pretende ser una homenaje a Michèle – y también es un llamado a los editores del mundo anglosajón, ya que resulta increíble que la obra de Michèle , tan valiosas para la sociología de la lectura, para la educación y para la mediación, entre otras áreas, no se ha traducido al inglés. Lo único que aparece en inglés es un texto que hizo para uno de los congresos de IBBY: http://www.ibby.org/index.php?id=900 ).